Este hombre es un cúmulo de sorpresas. Su capacidad de deslumbrar es absoluta. Ver su rostro, su sonrisa o su mirada ya es todo un espectáculo. Obviamente, es una contradicción en sus propios términos, pero ello no es problema, ni para él ni para los suyos. Anunció que se iba a dedicar a contar nubes, y ahora resulta que no está por un referéndum en Cataluña por aquello de que, la democracia es dialogar, no contar. Y a tal fin, se ofrece como mediador, como relator, como intermediario, como moderador, como introductor de embajadores, e incluso, si me apuran, como micrófono, todo ello para favorecer un diálogo entre los independentistas y la otra parte, sin especificar que el resto de los españoles somos la otra parte. Para el hombre multi ubicuo lo importante es el dialogo, machaconamente reiterado, como solución de un problema que, desde su famosa frase anunciadora de que el Gobierno español aceptaría un Estatuto aprobado por el Parlament catalán. Sin objeción ni prejuicio alguno; lo que salga del Parlament, el auto titulado «contador de nubes» lo haría suyo, si más. Y de aquellos polvos son estos lodos que ahora nos echan a la cara desde la Generalitat, desde Lladoners o desde la misma plaza de sant Jaume.
Sin embargo, no acaban en eso las perlas radiofónicas del hombre que inventó la ceja. Acude a una emisora independentista hasta en sus cables, y relata que habló «menos de un minuto» con el independentista Oriol para «saludarle». Cuenta lo que le dijo el Oriol, pero no cuenta ni por qué ni para qué le llamó. Cual fue la razón de esa llamada, surgida de su propia iniciativa, no lo explica, ni por asomo. Por lo visto, solamente habló Junqueras, mientras él simplemente colocaba el oído. Inaudito que, con esa sonrisa, pretenda que el resto de los mortales nos creamos que le llamó para escuchar, lo cual, de creérnoslo, sería como caer en la sima de la estupidez, para encontrarnos con él al llegar al fondo.
Zapatero sigue con su mantra del diálogo como medio obligatorio de solucionar el problema independentista catalán. Un diálogo que debe mantenerse desde una parte de la mesa, del gobierno español, para conceder todo cuanto solicite la contraparte catalana. Eso es el diálogo para este hombre del cual, lamentablemente, quedará algo más que sus cejas para el recuerdo histórico de sus gobiernos. En su afán de relator incluso se atreve a ponerle puertas a la Justicia. Solicita una sentencia del T.S. no ajustada a derecho, sino cabal a las condiciones que no violenten ese anhelado campo de diálogo. Todos los medios son buenos, para él, con tal de conseguir el objetivo, que no es otro que dejar España bajo las manos de quienes no desean que perviva. En el fondo, a él, como a tantos socialistas, le importa un comino España y los españoles. Lo único que contempla es su ego, su papanatismo y su ansia histórica, sin más. Es una repetición de aquellos conmilitones republicanos que ahora son blanqueados por la Memoria histórica, que eleva a lo sublime un periodo nefasto de enfrentamiento civil, mientras habla de «desapariciones» de religiosas fusiladas, después de vejadas y torturadas.
Y, el remate a ese cuasi minuto lo compendia en plantear el indulto para el caso de que la Justicia no le haga caso y dicte sentencia según el C. Penal, y no según los intereses políticos y partidistas del socialismo ahora rampante. Su capacidad intelectual ya hace prever que, estudiar, lo que se dice estudiar ni es lo suyo ni le interesa. No precisa de estudio alguno para conceder el indulto a unos, todavía, no condenados. Al fin y a la postre no hace sino seguir la senda de otros jerarcas socialistas que ya han anunciado su disposición a conceder el indulto «si lo piden», naturalmente. Petición que llevaría implícito el reconocimiento de su traición a la Constitución española. Mas importa poco.
Su ansia de diálogo es tan intensa que vive ciego de todo cuanto acontece en Cataluña. Incluido el festivo lunes de sant Joan, convertido en Diada Nacional de los Paisos Catalans, por obra y gracia de Assamblea Soberanista de Mallorca, Decidim y los gobiernos catalán, valenciano y balear. Así se anuncia el diálogo por los amigos de Zapatero, de Iceta, de Sánchez, con la anuencia de los socialistas y nacionalistas de «les Illes». De ahí ha surgido un festivo que, seguramente, se ha tragado otro más tradicional, como el patrón de Valencia, sant Vicent Ferrer. Pero, no hay problema, mientras se dialogue no habrá complicación alguna. Al fin y a la postre, los objetivos son claros; que Sánchez forme gobierno cueste lo que cueste y que ZP sea designado relator, con los emolumentos correspondientes, por descontado. Y mientras tanto el figura francés y barcelonés, Valls, contempla su grandísimo éxito; la Inmaculada Colau, alcaldesa, expropia viviendas, prohíbe el uso de palabras, incrementa el gasto y coloca lazos pro-independencia. Un fruto más del diálogo, según el cual, todo vale, mientras surja del catalanismo independentista, del socialismo autoritario y de la ultraizquierda, de los movimientos, plataformas y colectivos intitulados progresista y antiburgueses y antifascistas. Los que están fuera del círculo, silencio absoluto o degradación mediática y cívica.