Efectivamente, se han constituido los ayuntamientos, unos con más paz, otros con menos, unos con honestidad, otros con menos, si bien el reguero de protestas y lamentos y amenazas han sido su continuidad. Entre votos y no votos, lo que resulta chocante es la posición que viene manteniendo C,s en ese período post electoral. Los no izquierdas, los conservadores y los liberales se han tragado el relato de que Vox es un partido pronazi, pro-franquista y un montón de cosas más, todas ellas funestas, dicen, para el sistema. O sea, Vox al ser la ultraderecha no merece ni que se le extienda la mano, siendo procedente arrinconarlo en lo que se viene a llamar el «gallinero» del Congreso. Sin duda alguna, Rivera y los suyos, no se han leído ni una línea del programa electoral y se han conformado con asumir todo cuanto calificativo surgía de la Moncloa o de Ferraz, y, ahora, para colmo, del Palacio del Elíseo. Con tal posición, se olvidan de que, en determinado momento y ante determinadas circunstancias, se reunieron todos, los tres, en la plaza Colón para demostrar, no solamente su fortaleza electoral, sino también su oposición frontal a la política socialista, en concreto con respecto a Cataluña y a Torra. Ya ha quedado atrás esa fotografía, y ahora, no desean que se repita, pues, por lo visto se contaminarían de no se sabe que virus ultraderechista. Ahora bien, dar la mano, no, pero sí aceptar los votos del despreciado, para constituir ayuntamientos o comunidades como a andaluza. En tales circunstancias, se da por supuesto que los votos de Vox les serán dados por la sencilla razón de que auparán a alguno de sus candidatos.
El do ut des, el do ut facies, no impera a la hora de devolver el favor que conduce a la vara de alcalde o de vicealcaldesa. Tanto da. Lo que se contempla desde hace dos semanas es el trueque, el mercadeo de cargos y organismos, según la conveniencia y la mayoría alcanzable, sobrevolando un halo de que, en tal feria, el chiringuito socialista no venderá ni un cromo. Y si se da la circunstancia de que Abascal se harta de ser el convidado de piedra en ese comercio, el elector de alguno de los tres partidos se pregunta para qué diablos les ha votado, cuando no son capaces de ponerse de acuerdo en algo tan simple como distribuirse su porción electoral proporcionalmente a sus resultados. Pues de eso se trata, ya que no se ha trasmitido, en ninguna conferencia negociadora, haberse debatido ni un solo punto de los programas electorales respectivos. Si acaso se hubiese hecho en tal modo, se comprobaría que, en lo principal, en el meollo ideológico, no es tan insuperable la diferencia como para no desear ni darse la mano.
Sin embargo, desde Moncloa tales escenas se contemplan con sumo placer. El rey del mambo, con su gurú personal, sentados en la platea, ven pasar escenas de división, de falta de entendimiento, de cierta clase de felonía, surgida de quienes bautizó como los «tres de Colón». Al gurú Iván y a su señorito, les chifla la división de las corrientes no socialistas apostadas a su derecha. La cantidad de votos que se pierden con la existencia de diferentes opciones electorales es agua de mayo para el socialismo, convencido de que la dispersión del voto les es absolutamente beneficiosa. Así pues, el flanco derecho está servido para ser arrinconado en las actuales circunstancias. Solamente resta que, al relato de la figura de Colón, se le añada que van a obstaculizar un gobierno para España merced a su posición obstruccionista. Por tal razón, Tezanos dixit, serán castigados por el electorado.
Ya solamente queda el flanco de su izquierda, los del nombre inclusivo. Su líder, el enmohecido macho alfa, anda desesperado para que le concedan el don preciado de unos metros cuadrados de moqueta. Lo necesita como el pan, no para comer, sino para que sus antes fieles no se le sigan subiendo a las barbas y adopten la vía de Errejón, montando sus personales cortijos. Necesita con urgencia ese sillón, cualquiera, tanto le da, para poder decir que su cooperación se ha convertido en coalición y subsistir como macho alfa de su gente. Con tal evento, y sus correspondientes prebendas a distribuir entre esa su gente acallaría protestos y amansarla ambiciones, la supervivencia está garantizada.
Y en tal estado de cosas, se anuncia la Operación Iván. No a uña de tanque, sino simplemente con la espera de una no investidura por obstrucción de la derecha, por una indeseada apoyatura de los independistas, por una no componenda con los nacionalistas, consiguiendo una soledad absolutamente anhelada. Elecciones es el objetivo de la Operación Iván, con la derecha dividida y absolutamente desacreditada y con una ultraizquierda con un líder cuestionado y grupúsculos desgajados. Objetivo; lograr dos docenas más de votos, bien de la izquierda populista bien del centrismo liberal desengañado, para auparse a una mayoría lo suficientemente amplia para poder elegir compañero de legislatura. La operación Iván, se avecina y el triunfo de un ambicioso político con ella.