El pasado 6 de junio se ha conmemorado el 85 aniversario del Día D, el 6 de junio de 1944, día en que empezó la operación Overlord, que pretendía, y consiguió, el desembarco masivo de tropas, vehículos y pertrechos en Francia y abrir un nuevo frente de guerra en Europa Occidental que condujera a la liberación de Francia y el Benelux y llevar a los ejércitos aliados occidentales a las mismas puertas de Alemania.
La historia es sobradamente conocida, el desembarco se produjo en Normandía, lo que suponía un desplazamiento marítimo y un posterior avance terrestre hacia París mucho más largos que lo que esperaba el alto mando alemán, que preveía un intento de desembarco en Calais, donde había concentrado la mayor parte de sus esfuerzos defensivos.
El desembarco fue una auténtica carnicería, con decenas de miles de muertos en las propias playas normandas, pero finalmente tuvo éxito y el resto es historia. Una vez consolidada la invasión de Francia, el avance hacia París y hasta el Rin, la frontera con Alemania, fue imparable para los ejércitos alemanes.
En los países occidentales se considera el desembarco de Normandía como el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial y la batalla que aceleró la derrota de la Alemania nazi y se tiende a minusvalorar las derrotas alemanas en el frente oriental contra los ejércitos soviéticos, cuando en realidad el mayor esfuerzo bélico y las operaciones con intervención masiva de hombres, vehículos y aviones se produjeron en dicho frente oriental. El avance aliado en el oeste nunca habría sido tan rápido, si no hubiese sido porque el 75 % de la capacidad bélica alemana estaba concentrada en el este, en la confrontación con los soviéticos.
Los rusos y el resto de naciones que formaban la Unión Soviética siempre se han mostrado quejosos de esta minusvaloración de su inmenso esfuerzo bélico y del gigantesco precio que pagaron en forma de millones de muertos, durante la guerra, que ellos llaman la Gran Guerra Patriótica y cuyo final celebran el 9 de mayo, el Día de la Victoria, día en el Alemania firmó la rendición ante la Unión Soviética.
La Unión Soviética sufrió, con mucha diferencia, el mayor número de muertos de la contienda, entre 20 y 28 millones de muertos según distintos cálculos , en cualquier caso, siempre alrededor de un tercio del total de muertos del conflicto, lo que indica la brutalidad que este tuvo en el frente oriental. Además, algunas de las batallas más importantes y de las derrotas más decisivas del ejército alemán se produjeron allí y la tremenda cantidad de recursos bélicos de todo tipo que el alto mando alemán tuvo que dedicar, debilitó enormemente su capacidad de resistencia en el frente occidental.
La derrota de Stalingrado y la posterior de Kursk comprometieron en alto grado la capacidad del ejército alemán en el este, especialmente en el flanco sur, en Ucrania, pero en la primavera de 1944 seguía disponiendo de una impresionante capacidad bélica en los flancos central, Bielorrusia, y norte, países bálticos, por lo que el alto mando soviético diseñó una operación que debía suponer el golpe definitivo en el frente oriental, igual que la operación Overlord debía serlo en el occidental.
La campaña recibió el nombre de operación Bagratión, en honor del general ruso de origen georgiano que combatió contra Napoleón y fue mortalmente herido en la batalla de Borodinó, y consistió en un ataque masivo de proporciones hasta entonces desconocidas de más de dos millones y medio de hombres y miles de vehículos blindados, carros de combate y aviones, a través de los pantanos del centro de Bielorrusia, lo que cogió por sorpresa a los alemanes, ya que precisamente los pantanos se consideraban una zona militarmente infranqueable.
La operación empezó el 22 de junio de 1944, tres años después del inicio de la invasión alemana de la Unión Soviética y fue un completo éxito. El ejército alemán se vio arrollado, las fuerzas del flanco norte se vieron aisladas de las del flanco sur, se recuperó prácticamente todo el territorio soviético en manos alemanas, desde Ucrania se avanzó hasta Varsovia, se entró en territorio alemán en Prusia Oriental y las fuerzas soviéticas finalizaron la ofensiva avistando Berlín.
En términos de pérdida de capacidad militar por parte de Alemania, la operación Bagratión fue mucho más importante que la batalla de Normandía y, sin embargo, en occidente nunca le hemos dado la importancia merecida. A la conmemoración del Día D de este año, a la que han acudido Trump, May, Macron y Merkel, no se ha invitado a Vladímir Putin, probablemente debido al deterioro de las relaciones entre los aliados occidentales y Rusia y seguro que a la de la Operación Bagratión no acudirá ningún líder occidental, pero el enfrentamiento geopolítico, la nueva guerra fría y la mala relación personal entre los líderes, no son razones suficientes para que sigamos ignorando que hubo otro Día D en el frente oriental y que fue tanto o más importante para la derrota final del nazismo que el desembarco de Normandía.