El pasado fin de semana leí un ensayo de filosofía literaria de un profesor universitario español y catalán de la universidad Autònoma de Barcelona y del que todavía me estoy recuperando. Y digo recuperando porque al tiempo que lo leía planeaban en mi cabeza miles de preguntas y reflexiones que cortocircuitaban mi cerebro.
La síntesis de este ensayo gira en torno a una lectura metafísica de la vida y de la condición vulnerable del ser humano para huir hacia una filosofía literaria de la vida. Ciertamente somos vulnerables y nada nos puede proteger del todo del sufrimiento inherente a la condición humana.
Como imagino que la intriga se habrá apoderado de su mente, les voy a confesar quién es el autor; pero no me responsabilizo de los daños colaterales que se les produzcan tras su lectura. Una lectura, por cierto, muy recomendada para la clase política, para los que gestionan el mundo de la educación y para los que, todavía pensamos que la educación se puede mejorar.
Joan Carles Mèlich en “La condición vulnerable” recorre desde las reglas de la decencia, el ámbito íntimo o la fragilidad de los gestos, situaciones de nuestra vida diaria que nos suceden o sobre las que reaccionamos sin ser plenamente conscientes de nuestra actitud sobre las mismas.
En educación, Mèlich afirma que toda metafísica niega la vulnerabilidad de la condición humana con lo que esta imagen del mundo es la que nos domina para entender, entre otras, la educación. Una educación, la actual, obsesionada por las competencias que representan esa lógica metafísica que impera en nuestra cultura occidental.
Pero hay más. Gracias a esta lectura conocí a un filósofo alemán que en uno de sus libros, “La condición humana” hablaba de la fragilidad de las acciones. Las acciones son una actividad de consecuencias imprevisibles y sobretodo, irreversibles. Y esto lo podemos ver en el ámbito educativo. Éstas son frágiles, puesto que una vez implantadas ya no se puede volver atrás. El bien o el mal ya se ha producido. El daño ya es irreparable. Piensen.
Uno de los temas educativos que han estado en la agenda política de los últimos meses en nuestra comunidad autónoma ha sido el adoctrinamiento en las aulas. En este lectura de “La condición vulnerable” , Mèlich reflexiona sobre este aspecto. La vergüenza es un gesto íntimo de las personas. Pero es cierto que también es un gesto fundamental en educación. Podemos sentir vergüenza de hablar en público, vergüenza de cómo hemos tratado a un profesor, vergüenza por las notas obtenidas en un examen… Pero hay un aspecto clave relacionado con la vergüenza y que nos va a dar pié a definir el adoctrinamiento: el pudor. El pudor es el respeto hacia el otro porque piensa que su manera de ser puede ser ofensiva. En el pudor se tiene en cuenta a uno y al otro. Por eso, una educación sin pudor rozaría el adoctrinamiento porque sería una educación sin respeto. “En toda educación se pone atención para no herir aquello que es el otro, o aquello que se cree que es. En toda educación hay un respeto a la condición vulnerable”.
¿Eres pudoroso en tu trabajo como docente? Ahí está la pregunta. Reflexiona.