¡Señora!, ¿quién dice que no toca? Si no es una muñeca es una pelota. ¡Qué alegria que alboroto, nos ha tocado un perro piloto!. No se crean que estamos en una feria. Nuestro escenario es algo diferente; si bien estamos a punto de entrar en un ciclo que se podría asemejar a lo que ocurre en cualquier tómbola al uso.
Esas expresiones las podríamos maquillar un poco y vestirlas con otras palabras para que fuesen más coherentes con el contexto en el que nos adentramos. A partir de ahora, escucharemos una retahíla de promesas que llegaran desde los diferentes partidos políticos.
Pero, ¿quién se llevará el gato al agua? Pues aquel partido que sea capaz de devolver la ilusión en los votantes. ¿Y cómo se consigue eso? Presentando propuestas electorales honestas, reales y pragmáticas. Huir de las extravagancias y de imposibilidades. De cada vez más, los ciudadanos reclaman que nuestros políticos no defrauden y esto debe hacerse sin dejar de lado los principios que cada organización política defiende.
En lo que a mí me ocupa, la educación, es primordial que se recupere la cordura. Si analizamos bien la situación nos daremos cuenta que es lógico que las familias se fijen al milímetro en los aspectos relacionados con la educación de sus hijos. Faltaría más. Los niños pasan doce años de sus vidas en el sistema educativo. Los niños están seis o siete horas al día en el colegio o en el instituto. Sus padres dejan a lo más preciado que tienen en las manos de todos los que nos dedicamos a la docencia.
¿Creen que se merecen que los políticos jueguen continuamente con la educación de sus hijos? Pues no. Somos parte suya. ¿Levantarse de un Pacto de Estado por la Educación como hizo el PSOE, es pensar en los alumnos? ¿Plantear una reforma educativa sin sentido, es pensar en el beneficio de los alumnos? Evidentemente, no.
Por tanto, todos convendremos en que las familias quieran lo mejor para sus hijos. Vivimos en una sociedad libre. Por ello, es la administración quien tiene que velar porque ese principio se cumpla. Quien quiera estudiar en la escuela pública tiene que poder hacerlo. Al igual que el que quiera hacerlo en la concertada o en la privada. ¿Es responsable ahogar a la escuela concertada como ha hecho el PSOE estos últimos años? Evidentemente, no.
Y como sociedad libre que somos, cada familia tiene el derecho de poder decidir en qué lengua tienen que estudiar sus hijos. Faltaría más. En Baleares tenemos la suerte de contar con una riqueza lingüística de la que otros no gozan. Y esa riqueza no hay que obviarla. Es más, se tiene que hacer protagonista del aprendizaje de nuestros alumnos. No es cuestión de otorgar privilegios a una frente a la otra. Es cuestión de convivencia. En este sentido, quien piense lo contrario: se equivoca y no está mirando por el bien y por el futuro del alumno. Para evitar la confrontación, yo apuesto por el diálogo y por la cordura. Aquí tenemos que amar y respetar nuestras dos lenguas. La Administración es quien con medidas razonables, equitativas y justas tiene que equilibrar esta realidad.
Ahora es el turno de que la sociedad se pasee por la feria y compre el boleto en la tómbola. ¿En cuál? Pasen y vean. Hay donde elegir. La función acaba de empezar.