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Protesta, caníbales y reformas

Por Sebastià Salas
martes 22 de enero de 2019, 03:00h
Y el conflicto con los taxistas reapareció, y volvió con la misma o mayor virulencia que tuvo durante la última ocasión. Recordemos que el ejecutivo central se quitó el problema de encima con un decreto express pasando la responsabilidad a las Comunidades Autónomas, que son las que ahora deben regular el caso.

El servicio de taxi está catalogado de servicio público en tanto en cuanto tiene una limitación de licencias, un establecimiento de tarifas por parte de la Administración, así como un control de calidad. Las protestas no son infundadas y se deben precisamente a una mala transposición de la Directiva Europea de la ley Ómnibus. La ley que liberalizaba el sector servicios y que, de facto, acababa con la proporción 1/30 (1 licencia de VTC por cada 30 de taxi). Y este vacío que supuso la desaparición de la regla 1/30 se mantuvo desde el 2009 hasta el 2015. La protesta está reconocida como un derecho en las sociedades avanzadas. Queda recogido dentro del derecho a reunión y el derecho a la huelga. En cambio, vivimos en un sistema garantista donde las disputas se resuelven por tribunales y donde el “ojo por ojo” no tiene cabida. La violencia no encuentra justificación en causas o motivos, por muy loables o lícitos que éstos sean.

En cualquier caso, el conflicto VTC-Taxis terminará, tarde o temprano, en los tribunales europeos. Pese a ello, pese a la amenaza de competencia o pese a si un VTC debe poder competir de igual a igual con un taxi, opino que el sector del taxi tiene una oportunidad histórica para adaptarse y reciclarse antes del pronunciamiento de Comunidades Autónomas y tribunales. Los taxistas pueden entrar en la lógica de la economía de mercado y empezar a analizar las causas por las cuales muchos usuarios se están pasando a las Uber y Cabify. Y adaptarse no implica de por si tener que invertir dinero, ni mucho menos desoír leyes y reglamentos. Adaptarse, en este caso, únicamente implica cambiar costumbres para así, aumentar calidad del servicio y conseguir una mayor fidelización del cliente.

No se trata solo de pedir al cliente qué radio quiere escuchar, ni se trata solo de regular la temperatura a su gusto, no es un tema solo de vestimenta, ni tan siquiera de ofrecer aguas. Tampoco se trata tan solo de que se pueda reservar por una app ni que no tengas que llevar efectivo encima. Se trata de un cúmulo de circunstancias que te garantizan un servicio más agradable y confortable. Se trata de adaptarse al siglo XXI y al uso mayoritario de teléfonos móviles. Y en eso, en todo eso, la Administración Pública debe ser un acompañante del sector. Y acompañante o guía implica facilitar la conversión y la modernización de todo el sector.

Estas reclamas escritas en este artículo son algunas de las muchas propuestas que se pueden hacer, se deben poder debatir y negociar, pero de forma tajante debemos rechazar cualquier tipo de violencia, coacción o intimidación que implique daños personales, físicos o psicológicos, o daños materiales. Por una sociedad avanzada y madura que resuelva sus problemas con diálogo y respeto. Y por acabar de una vez por todas con estos caníbales del “ojo por ojo” que aún se piensan dirimir sus conflictos con justas como en la Edad Media.

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