Queridos lectores, les ruego que me permitan esta semana una digresión. Y así como sé que me la permitirán, también admitiré que me llamen agorero. Ojalá estén ustedes en lo cierto y yo me equivoque. Lo de hoy se lo dedico a la compañía Air Europa, si bien sería extensible al resto de aerolíneas. Personalizo en Air Europa porque suelo volar con ellos y, además, es una empresa que tengo en alta consideración. Tendría que ponerse muy mal la cosa para que me vieran subiendo a un avión de Ryanair. El tema de hoy es: pasajeros que quieren llevar de equipaje de mano hasta el féretro de la suegra y dan por culo al resto de viajeros.
La semana pasada me tocó vivir lo que desde hace ya demasiado tiempo se repite cada vez que viajo. Embarcar en el avión es una pesadilla. No es normal que un embarque se prolongue por más de cuarenta minutos. Si uno entra al principio se cuece de calor. Si te lo tomas con calma, porque tu asiento va numerado y nadie te lo va a quitar, te encuentras con la desagradable sorpresa de que tienes que aguantar los trastos del resto de pasajeros. Lo del pasado domingo en Barajas pasa de largo de lo admisible.
Señores de Air Europa:
Yo soy de los que viajan ligero de equipaje en cabina. Acepto pagar unos euros más en mi billete porque me gusta facturar el equipaje en bodega. Cuando subo al avión solo llevo de mano lo imprescindible. La cabina de un avión comercial es un lugar de espacio limitado. Me enerva ver a personas que llevan una mochila en la espalda, una bolsa de mano y una maleta de ruedas. No dejan espacio para que el que va ligero pueda ni siquiera colocar el abrigo. Así pues, el que paga más resulta jodido, porque va incómodo y cargando lo poco que lleva porque al resto se le permite llevar la casa a cuestas. Luego te dicen que pongas tu bolsa de mano en el suelo. ¡Pues no, coño! ¿Tengo que poner mis cosas en el suelo porque a otro le permiten lo que está prohibido?
Ante esta situación que, insisto, se repite en cada vuelo, me siento estafado, porque yo sí he pagado más que el espabilado que va cargado de trastos. El otro día llegué a ver a un crio de ocho o nueve años con una maleta más grande que él, su madre con dos maletas y su padre con tres… Incluso una chica que cargaba una mochila de esas de irse al Himalaya.
Pensarán ustedes: «Eduardo, eres tonto, no pagues y haz como ellos. El último que suba al avión que se joda». Pues yerran de plano. Me molesta pagar y que no se me dé el servicio contratado, pero más me jode jugarme la vida. Hoy, las cabinas de los aviones van tan cargadas de bultos que no quiero ni imaginar qué sucedería en el caso de producirse una evacuación de emergencia. Si una persona tropieza con un bolso en el pasillo del avión, todos los que van detrás de ella la palman. Nadie duda de los niveles de seguridad alcanzados en el transporte aéreo, pero no olviden que un avión es un ataúd con alas. Y cuando un imbécil sube tres maletas a la cabina y la compañía se lo permite se ponen en peligro vidas.
Sucede que he trabajado en el aeropuerto y llegué a ser supervisor de handling de mi amada y añorada Spanair. Les aseguro que conozco las penurias del oficio: retrasos, cancelaciones, overbookings, pasajeros borrachos, violentos…. Y la perpetua guerra del personal para evitar el exceso de equipaje de mano. Y la aviación es fiable porque —y esto ya lo he contado— lo primero que te enseñan es que la seguridad va por delante de cualquier otra consideración. Eso lo sabe desde el mozo de pista hasta el jefe de flota. Movemos personas, no sacos de patatas.
Lo decía al principio, pueden llamarme agorero. Me da igual. El incivismo y la ignorancia de buena parte de los que viajan nos pone en peligro cada vez que subimos a un avión. En Air Europa lo saben, por supuesto. Concedo que estén desbordados, como les pasa a las otras compañías. Siempre habrá el meapilas de turno que se indigne porque le retiran el maletón que intenta subir a bordo. Que le den, no quiero palmarla por culpa de un egoísta.
Esta cuestión que hoy expongo no es baladí, ni es la pataleta de un pasajero enfadado. Así pues, desde esta, mi columna semanal, lanzo la advertencia. Espero que una compañía seria como Air Europa (y las demás) tomen nota. Si hay que evacuar a un avión y tengo que sacar a mi hija le aplastaré la cabeza a puñetazos para salir al descerebrado que ha cargado tres maletas.
Y hoy no les hablo de nada más, estoy encabronado.