Los ministros estrella viven en permanente contradicción. Son pillados día si y día también con medias verdades. Algunos simplemente con mentiras. A costa de su curriculum, de su declaración de bienes, de la utilización de sociedades instrumentales para pagar menos impuestos o con declaraciones impropias en sus áreas de competencia.
Las más sonadas, la actitud de la ministra de justicia Dolores Delgado siendo fiscal de la AN, grabada por el comisario preso, Villarejo, aplaudiendo medidas ilegales o utilizando expresiones despectivas refiriéndose a sus compañeros de trabajo. ¡Una joya! Y la justificación a la venta de armas a Arabia Saudí, después de haber afirmado la ministra Robles que se anularía el encargo, apelando a su precisión, a que sólo matan, selectivamente, a sus objetivos sin otros efectos secundarios.
En este contexto, el presidente no podía ser menos. Después de pactar con organizaciones que están hasta las trancas de corrupción, ha puesto la presidencia del gobierno de España en la diana del chantaje. Apoyos que a los pocos meses de auparle al gobierno le exigen contrapartidas que debilitan y dividen España. El PNV pide las competencias prometidas. El PDCat exige una vía expédita para la independencia.
Un presidente que ha mostrado buen ojo político poniendo como ejemplo el caso de Quebec para solucionar el “proces”, la semana en la que los extremistas de derecha han tomado el poder en el país americano en un claro efecto pendular a las apuestas radicales. El día que nos desayunamos con las prebendas de los políticos presos catalanes como si estuvieran de vacaciones en su cortijo particular. Viva la ley y la equidad. Sánchez está pulverizando todos los récord de Zapatero.
¿Queda alguna salida digna que no pase por la convocatoria de elecciones inmediatas?