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La educación politizada

viernes 21 de septiembre de 2018, 05:00h

Casi desde que tengo uso de razón escucho y leo que la educación es uno de los pilares fundamentales que deben regir una sociedad moderna. Nuestros gobernantes, unos y otros, nos repiten hasta la saciedad que la educación no tiene que ser un arma política. Permítanme que me ría porque ni ellos mismo se creen lo que están diciendo. Hace años una persona me dijo que la política se podía definir como las sensaciones que el político transmitía. Pues bien, a día de hoy, muchos políticos quieren transmitir unos mensajes que no casan con las sensaciones políticas que realmente transmiten.

El primer y mayor error es definir a las leyes de educación como “socialistas” o “peperas”. Las leyes de educación no deberían redactarse en función a lo que los partidos políticos les gusta sino en función de la demanda social. Si perdemos de vista que el destinatario único de esa norma y a quien tiene que beneficiar es al alumno, el resultado nunca puede ser positivo.

En España, concretamente, desde 1970, es decir, en casi 50 años hemos tenido 5 leyes de educación diferentes. En términos absolutos, cada diez años hemos cambiado de ley. Tan sólo una de esas cinco leyes ha sobrevivido más de diez años. Si el periodo escolar de un alumno son doce años, nuestros gobernantes no han dado tiempo a que la ley se aplique en su totalidad con lo que no se puede hacer una evaluación de los aciertos y de los errores de la norma.

Este análisis demuestra que en efecto, algunos partidos políticos sí que han utilizado la educación como una arma política. La Ley General de Educación (LGE) en la que se estudiaba EGB, BUP y COU sí que tuvo un largo recorrido y con magníficos resultados. Pero ¿qué pasó para decidir cambiarla? Pues que era una ley de Manuel Fraga (PP) y nuestros amigos del PSOE tenían que estampar su firma con un cambio, el de la LOGSE que trajo los peores resultados educativos a nuestro país.

Vistos esos resultados, se aprobó una ley de educación con el gobierno de Aznar para intentar escalar algunos puestos en el ranking y Pilar del Castillo elaboró la non nata Ley de Calidad de la Educación. Digo non nata porque otra vez nuestros amigos del PSOE la derogaron al día siguiente de su entrada en vigor. Otro motivo más para seguir pensando que la educación sí se utiliza como arma política.

En 2006, nuevamente, el gobierno de Rodríguez Zapatero aprueba la LOE. Una ley que, a priori, parecía que iba a salvar a nuestros alumnos pero que informes técnicos del propio Ministerio de Educación en 2011, cinco años después de su entrada en vigor, alertaban de que los indicadores volvían a encender todas las alarmas. ¿Qué hizo el PP de Rajoy en 2012? Todo lo contrario a lo que habían hecho los socialistas años atrás. No derogó la ley socialista. La modificó parcialmente introduciendo elementos que corregían lo que los indicadores educativos decían en qué estábamos fallando. Pues menudo ‘pitote’ se montó. Claro, la polémica estaba servida porque la modificación la había hecho el PP.

… ¿Y ahora qué va a pasar? Pues que nuestro amigo el Presidente Sánchez se muere de ganas de cambiar la ley de educación pero no va a poder; no porque no quiera sino porque no le van a dejar. Pero les voy a dar otro motivo más por el que seguir pensando que la educación sí está politizada. Con el Ministro Gabilondo (PSOE) se estuvo a punto de firmar un Pacto Educativo. En el último minuto se va todo al traste. En 2012, el PP retoma la idea de relanzarlo puesto que parece que es un clamor social. Pero, ¿qué ocurre? Pues otra vez más, nuestros amigos los socialistas, en un arrebato de desenfreno político se levantan de la mesa porque no les gusta. Ja ja ja. No me digan que no es para reírse. Es más, es para ponerse a llorar y no echar ni gota. Pues la misma situación se puede extrapolar a Baleares. Nuestra ínclita Presidenta Armengol dijo que esta legislatura habría pacto educativo. Claro, ella se hizo suyo un documento que la sociedad civil aglutinada bajo el lema “Illes per un pacte” había elaborado con la finalidad de que los políticos llegasen a un acuerdo. Pero, ¿Dónde está? Pues de momento, no está ni se le espera ya que algunos partidos políticos han desvirtuado la iniciativa de ese grupo de la sociedad civil. Por una parte, es una lástima que todo el trabajo realizado por quienes realmente conocen el día a día de la educación se vaya al garete; pero, por otra parte, es lógico que este Pacte no vea la luz porque el contenido de la primera parte del documento era difícil de digerir.

Otro motivo más que sustenta mi tesis de que la educación sí está politizada. Esta situación me lleva a preguntarme lo siguiente: ¿Qué necesidad hay de firmar un pacto de educativo? Por un lado nos quejamos de la burocratización del país y del sistema educativo, y por otro lado, damos rienda suelta a la proliferación de documentos que quedarán en el sueño de los justos. El marco básico de referencia tiene que ser la ley orgánica. Ahí es donde se deben reflejar los acuerdos en la materia.

En España hasta que no aparquemos los intereses partidistas, situemos al alumno como eje del sistema educativo y dejemos en casa la mediocridad seguiremos a la cola de las clasificaciones mundiales de indicadores educativos. Y de esta manera no avanzamos como sociedad y en lugar de decir que “invertimos” dinero en educación podremos decir que “gastamos” dinero en educación. He aquí la diferencia. This is the question.
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