Aún ando con el estómago revuelto después de leer la noticia de que en Estados Unidos un niño de nueve años se ha suicidado al no poder soportar el acoso de sus compañeros del colegio al declararse gay sin ningún pudor y animado por sus padres que al saberlo lo acogieron con todo el amor del mundo. Tanto amor no le hizo suficientemente fuerte como para soportar las burlas y el acoso en la escuela. El suicidio de este niño es un fracaso de toda la sociedad estadounidense y es extrapolable a todo Occidente en donde el bullying es una plaga a exterminar.
La educación que están recibiendo los niños y niñas en sus casas es una porquería. La responsabilidad primera es de los padres que a sabiendas de que sus hijos e hijas están creciendo como unas malas bestias no hacen nada para atajarlo o incluso les alientan a ello. Los valores se aprenden en casa y hay que llegar a la escuela con esos valores aprendidos y bien asimilados porque sin valores no nos queda nada o lo que es peor, nos espera una generación completamente perdida y desviada. A los hijos hay que educarlos en el respeto a los semejantes y a los diferentes. Hay que enseñarles que la diversidad es algo enriquecedor y que el bullying es algo de cobardes y que no tiene nada de divertido.
Después de navegar estos días por diferentes diarios y digitales lo que más me ha llamado la atención es la cantidad de gente que opinando en los foros en vez de indignarse con el suicidio de este pobre niño lo único que se cuestionaban es como era posible que un niño de nueve años se declarase abiertamente homosexual cuando según ellos a esa edad aún no se tiene clara la orientación sexual ¿En serio? La LGTBIfobia es una enfermedad producida por tanta ignorancia y atrevimiento. Este que escribe y suscribe con nueve años sabía perfectamente que le gustaban los otros niños y no las niñas. Con siete años me pasaba el día entero mirando los cromos de futbolistas del Mundial 82 y López Ufarte me parecía guapísimo. Ojalá no hubiese tenido tanto miedo y lo hubiese podido vivir con naturalidad y no a escondidas hasta los dieciocho años. Los niños y niñas LGTBI hoy tienen la oportunidad de vivir sin miedo y con la cabeza bien alta y es labor de todos y todas que lo puedan hacer sin miedo a los acosadores y sin pensar en quitarse de enmedio. Descansa en paz Jamel.