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Camelot feminista

Por Francisco Gilet
miércoles 18 de julio de 2018, 02:00h

Según todos los indicios, el ínclito ZP ha lanzado otra de sus maravillosas perlas al aludir que Casado viene a significar un «retroceso en las ideas» y que, por lo tanto, «no sería bueno para el país», es decir, que Soraya es el buen futuro dada su «gran capacidad de diálogo». No cabe ninguna duda que el apoyo del ex presidente ha sentado de maravilla entre las filas de Pablo Casado. Recibir Soraya el respaldo de un ex político que pregona a los cuatro vientos su cariño por Maduro, por Castro e incluso por Evo Morales, no es precisamente un marchamo de calidad. Y es que, ZP cumple perfectamente con el deseo de Groucho, «Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente».

En cambio, Pedro Sánchez permanece silente, mientras va montando su chiringuito particular, sin encomendarse ni a tirio ni a troyanos. Bajo los auspicios de un nuevo Arriola, curiosamente de nombre Iván, a la chita callando, ha levantado su Camelot feminista, con una Ginebra de nombre Carmen. La mayoría femenina ha batido el record mundial, alcanzando más de un 64 por ciento de ministras, con el aditamento de algún peatón extraterrestre que, a los quince días, ya está desaparecido en el horizonte espacial. Aunque no es este el sujeto de la pregunta famosa « ¿qué hace usted en un lugar como éste», sino el ministro de la cosa exterior, anti separatista supuestamente metido en el corral de los melifluos anti independentistas. No como actores activos, sino como simples espectadores que consienten que les pongan los cuernos, después de haber pagado la cena y la cama. Pues esto, a fin de cuentas, es lo que está sucediendo con el famoso «diálogo» con el mundo catalán independentista. El Gobierno asiente, paga, cede, mientras los receptores de tales gracias no se cansan de manifestarse, insultar, gastar, ampliar embajadas, constituir prebendas a exiliados, colocar hermanos, primos, yernos y consuegros, entretanto la ministra del ramo, catalana por más señas, está encantada de haberse conocido, metida en uno de los acontecimientos más denigrantes de la historia de España, y mira que los ha habido. Es de difícil comprensión hallar una solución judicial, política o de mesa y mantel que pueda complacer a Torra y demás elementos independentistas que se han apropiado de toda Cataluña, sin permitir el más mínimo grito o gesto discrepante con su república catalana. Ataques e insultos a la Arrimadas en un pueblo catalán son la expresión gráfica perfecta de cómo entienden los independentistas que debe gobernarse la república reclamada. Y la Batet y el Marlaska, callados, pasivos. Mientras los obispos de la inexistente Conferencia Episcopal Tarraconense, celebrando el acercamiento de los rebeldes a cárceles radicadas en Cataluña, cerrando los ojos a que tal concesión no es un acto de caridad, sino de contraprestación por los servicios prestados cuando la moción por parte de los independentistas republicanos. Una más de las muchas que tendrá que pagar el paladín socialista si desea mantener en pie su Camelot particular.

Aunque, naturalmente, en el ADN de todo presuntuoso progresista está el incremento de impuestos. Aznar, cuando su buen gobierno, los redujo desde el primer ejercicio, en cambio la ministra Montero no tendrá que hacer ningún esfuerzo imaginativo tributario, le bastará seguir los proyectos dejados en los cajones por su antecesor, el socialdemócrata Montoro. Una sola vocal diferenciará a ambos personajes y a sus políticas tributarias. Nada más. Ya nos aguarda el pago anual de 700 € más a cada español por la subida de las cotizaciones de los autónomos y de la seguridad social, el incremento de porcentaje en el impuesto de Sociedades, el impuesto de Patrimonio globalizado en todo el país, e igual con el rapaz impuesto de Sucesiones y Donaciones, todo ello aderezado con el ataque al diesel, a google, a la banca y a las transacciones financieras. O sea, que un gobierno de ochenta y tanto diputados, con el apoyo de lo peor de cada casa, no solamente pretende implantar la sanidad pública generalizada, la escuela pública en exclusiva, el dominio de la televisión pública, un alardeado republicanismo benéfico, sino entrar a saco en la economía y en el bolsillo de todos los ciudadanos. Y éstos, ¡oh, maravilla!, según encuesta, están tan contentos con este gobierno que ya anuncian que lo van a votar, consiguiendo que adelante a PP y C,s, en la próxima carrera electoral. De suceder, nos toparíamos con una especie de masoquismo electoral que hablaría muy poco de la inteligencia del pueblo al no tener en cuenta que la desgracia nunca viene sola, sino acompañada de batallones. O eso afirmaba William Shakespeare.

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