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La libertad de expresión, en horas bajas

Por José A. García Bustos
sábado 09 de junio de 2018, 03:00h

La libertad de expresión cotiza muy bajo en este país. Y no me estoy refiriendo al ámbito público, que también. En este sentido, la ley mordaza ha supuesto un retroceso de libertades en España según Amnistía Internacional y The New York Times.

Raperos y tuiteros con condenas de privación de libertad, el secuestro de un libro, la retirada de obras en ARCO y titiriteros encarcelados son algunas de las víctimas de la ley mordaza.

Es cierto, pero la realidad es que a nivel privado también se persigue la libertad de expresión. Incluso por parte de los sectores más beligerantes con su defensa a nivel público. A Dios rogando y con el mazo dando. Basta ver reacciones a las opiniones de terceros, máxime si son famosos, en redes sociales. Algunos comentarios son desmesurados y causan vergüenza.

Tras haber opinado esta semana de política, y como si solo se le permitiera hablar de tenis, a Rafa Nadal le han llovido críticas por parte de una serie de energúmenos parapetados bajo el anonimato que les brindan las redes sociales.

El “pecado” cometido por el tenista ha sido decir que, tras la moción de censura a Mariano Rajoy, se debería volver a votar. Todo dicho con el máximo respeto, como es habitual en él.

A partir de ahí le han insultado, le han acusado de poca solidaridad, de evasor fiscal, de ambición económica desaforada, de haberse ganado el favor de los políticos para legalizar el uso turístico de su academia de tenis, etc. Veneno no merecido porque nunca han salido malas palabras por la boca de Rafa.

Siento vergüenza cuando alguien es atacado por el simple hecho de expresar su opinión, sea cual sea, siempre que lo haga de manera respetuosa con el de enfrente y con los derechos humanos. Y, qué quieren que les diga, si esa persona es Rafa Nadal, un ejemplo de humildad, buena educación, lucha y sacrificio, mucha más. A Rafa nadie le ha regalado nada. Ha tenido la suerte de tener una condición física privilegiada y, sobre todo, un entrenador excepcional como es su tío Toni quien le ha inculcado sólidos valores basados en la humildad y el esfuerzo, como condición previa a la consecución del premio. Si Rafa tiene lo que tiene es porque lo ha luchado hasta la extenuación. Lo hemos visto muchas veces.

Existe un grupúsculo, cuya autoestima brilla por su ausencia que hace aflorar su envidia a diestro y siniestro cuando percibe el éxito ajeno. Por ejemplo, atacan a Rafa Nadal si osa opinar sobre algo que no es tenis, a Amancio Ortega por regalar “migajas” a los hospitales públicos, a Escarrer por expresar su opinión sobre la ecotasa o a Gerard Piqué por defender el derecho a votar en el procés. Con respeto, se tiene que poder opinar sobre lo que se quiera. Al igual que con respeto debe poder replicar y exponer otro punto de vista. La pluralidad enriquece.

El tema adquiere la dimensión de inadmisible cuando quienes atacan la libertad de expresión son políticos elegidos por los ciudadanos. Por pedir elecciones, a Rafa Nadal le ha llegado a decir recientemente Isidro López, diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid, que su tenis es soporífero, entre otras lindezas. Por promocionar el Banco Sabadell, el secretario general de Podem Catalunya, Albano-Dante Fachín, le dijo a Rafa Nadal que tiene el culo alquilado ¿Hubiera cambiado su opinión si hubiera patrocinado la Caja de Ingenieros, financiadora del chalé de Galapagar?

Una de las defensas de la libertad de expresión más contundentes que he visto últimamente ha sido la que ha realizado en Twitter, Xavier Sala-i-Martin, prestigioso y admirado economista, firme defensor del independentismo en Cataluña que ha actuado ante la recriminación de un seguidor (¿?). Éste le recrimina que Xavier se haya dirigido en español, y no en catalán, su lengua materna, a Gabriel Rufián. Además, el dudoso seguidor aprovecha los 140 caracteres para llamar “charnego” a Rufián. Apelando a su libertad de expresión, Sala-i-Martin le contestó que emplea el castellano, no porque tenga una audiencia castellanohablante o porque responde en la lengua que le preguntan, sino simplemente porque le sale de las pelotas. Acto seguido bloqueó al susodicho por insultar a Rufián. La libertad de expresión no solo consiste en decidir qué decir sino también en qué lengua hacerlo. Un fort aplaudiment, Xavier!

Si Rafa Nadal cree que hay que votar es libre de expresarlo sin, por ello, ser atacado. Quien no esté de acuerdo, también. Solo faltaría. Quien insulte a quien ejerce el derecho de expresar sus ideas debería ser bloqueado como hace Sala-i-Martín desde siempre en su cuenta de Twitter. El bloqueo de los intransigentes debe venir no solo en el ámbito digital sino también en la vida real. El insulto gratuito nos hace ser socialmente débiles.

Con una espectacular estadística de 9 partidos ganados en tierra batida de cada 10, mañana domingo, Rafa Nadal nos dará una nueva alegría en Roland Garros. Seremos una mayoría quienes la disfrutaremos. A otros les hervirá la sangre. Es la diferencia entre admirar a un Grande (con mayúsculas) o envidiarle.

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