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Irene merece un Cadillac

viernes 18 de mayo de 2018, 11:22h

Querido Pablo:

Permíteme que os felicite triplemente, y me disculparás que no lo haya hecho antes. Dos retoños y un nuevo hogar son siempre motivo de ilusión para cualquier pareja.

Vuestro esfuerzo y el de vuestros familiares a lo largo de toda una vida de sacrificios y austeridad han dado su fruto, enhorabuena.

Bueno, en realidad vuestro esfuerzo y el de la entidad bancaria que os ha largado 540.000 eurazos, confiando en que vuestro indudable talento os proporcione una holgada situación económica hasta su completa amortización. Esto de confiar en los proyectos de vida más que en los padrinos patrimoniales es algo muy americano, muy yanki. La banca española tradicional, en cambio, antes de solar un céntimo a una familia de clase media acostumbra a exigir a sus peticionarios de créditos que demuestren que en realidad no los necesitan. Pero se ve que esto está cambiando, seguramente porque están comenzando a calar tus ideas entre los banqueros, otro hito de la historia de las izquierdas.

Desoíd a quienes, con arrobas de demagogia barata, os afean que, siendo como sois los líderes de la nueva política, la del pueblo, la que fraguó en el movimiento 15M, hayáis caído en la tentación burguesa del chalecito en la Sierra, con piscina, barbacoa y todos los aditamentos del American way of life.

Pues claro, no te fastidia, la prosperidad no va a ser cosa únicamente de la gente de derechas. Los héroes del proletariado tenéis también derecho al éxito, a codearos con la beautiful people, a que vuestros hijos vayan a un colegio de pago –laico, eso sí- y a tener una nanny nativa que les inculque disciplina y elegancia.

Me preocupa, no obstante, cómo vais a afrontar sin deslomaros la limpieza y el mantenimiento de la piscina y el jardín de vuestro nuevo nido de amor, porque además tendréis que cambiar pañales, dar biberones y administrar Dalsy por partida doble. Una cosa era pasar el plumero por el pisito de tu abuela, que se hacía en un pispás y a otra cosa mariposa, y otra conservar una vivienda a vuestra altura.

Vais muy estresados, Pablo. Irene y tú, pese a que sois gente laboriosa y esforzada, no podréis con todo. Por eso, mi consejo es que te rasques el bolsillo y pongas gente competente. Eso sí, no te olvides de darlos de alta en la Seguridad Social, que hay mucha mala leche por ahí y por más que tu voluntad fuera solo la de proporcionar el sustento a una asistenta venezolana sin papeles, luego todo lo interpretarían mal y creerían que lo haces para defraudar 300 euros al mes al Estado, fíjate tú. Eso sí, te costará una pasta pagarles el transporte entre Vallecas y tu casa, pero es que en las urbanizaciones de Galapagar no viven demasiados currantes y no queda más remedio.

Desde luego, con seis salarios mínimos entre ambos creo que vais a tener que comer mucho bocata de chorizo en los próximos años, porque todo eso son cuartos, claro, pero siempre podéis acudir al comodín del Ayatolá, que os eche una mano por los favores pasados y futuros.

Y, finalmente, Pablo, haz el favor de cambiar de coche, porque con un utilitario no puedes llegar a una urbanización de alto standing y transportar sillitas y todo el equipo de campaña de un par de gemelos. Hazme caso, vete cuanto antes a un concesionario de la General Motors y encarga un Cadillac a juego con el chalé. Además, Irene se lo merece.

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