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“No es no “ y ¡pónganse a trabajar!

Por Joana Maria Borrás
domingo 29 de abril de 2018, 03:00h

El descrédito de las instituciones públicas no es bueno para nadie y mucho menos el progresivo descrédito del Poder Judicial. Nadie puede salir bien parado en esta caída llena de rebotes y mucho menos los de a pie. El clamor popular ha obligado a los políticos a ponerse las pilas y, al menos temporalmente y en algunos temas puntuales, les ha obligado a ponerse a hacer aquello para los que se les paga: trabajar.

Modificar y actualizar el Código Penal, así como gran parte de legislación harto obsoleta es trabajo que siempre tuvo que priorizarse por la urgente necesidad, y, por el bien de todos, de adaptar la normativa aplicable a las necesidades del día a día. No es cierto como se dice que las normas siempre van por detrás de los cambios que se producen, sino que simple y llanamente los políticos no hacen lo tienen que hacer y punto.

Pasarse el día trenzando estrategias para investigar a sus colegas en esas comisiones de investigación cansinas hasta el límite, no es al menos en la actualidad, trabajar para los ciudadanos ni para un País. Pasarse el día debatiendo lo que debaten también es cansino e improductivo porque a fin de cuentas lo que le interesa al ciudadano de la calle, al empresario, al autónomo, al ama de casa, al pensionista, es que las cosas funcionen.

Y les pagamos para eso: para que cambien una Ley o parte de ella cuando su contenido no se adapta a los problemas sociales. Para que discutan de eso y no de los botes de mermelada que pueda hurtar uno u otro en cualquier supermercado de su barriada. El grito unánime en la calle no les está diciendo tan sólo que NO ES NO, sino que está diciendo que basta ya de perder el tiempo con sus delirios y que se pongan a trabajar o los dejamos de votar a todos, absolutamente a todos, las próximas elecciones.

Cuando es el pueblo el que comienza a gobernar desde los gritos de la calle es que algo grave está pasando en el Gobierno y en la oposición. Cuando un País se luce internacionalmente con manifestaciones en sus calles es que el País no funciona ya, y que el sistema democrático corre grave peligro porque hay muchas formas de atacar una democracia.

La falta de respeto a las normas, a la forma en que son aplicadas, a quienes las redactan, a quienes las aplican, nos pone a todos en evidencia y nos es justo para quienes cada día suman desde sus empresas, desde sus trabajos, desde sus profesiones, porque la mediocridad y la mala fama se pegan como un chicle en el zapato y perdemos credibilidad de forma progresiva.

Debo reconocer no obstante que no tengo demasiadas esperanzas y que mucho me temo ellos van a seguir trabajando a golpe de manifestaciones cuando el desespero sea tal que no quede otro remedio que salir a la calle para gritarles de nuevo: ¡pónganse a trabajar!

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