Un artículo de The New York Times, publicado este miércoles pasado, critica con dureza la falta de libertades en España, calificándolo como “un país donde los riesgos de la libre expresión han aumentado silenciosamente en los últimos años”.
Ha hecho referencia a la obra “Presos Políticos en la España Contemporánea censurada en ARCO, las condenas a los titiriteros, a músicos como Valtonyc, tuiteros y escritores, como Nacho Carretero con el libro “Fariña”, que, por cierto, se ha convertido en un claro ejemplo del llamado efecto Streisand (El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un intento de censura o encubrimiento de cierta información fracasa o es contraproducente, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada o reconocida de modo que recibe mayor visibilidad de la que habría tenido si no se la hubiese pretendido acallar).
El Real Decreto 998/2012 creó la figura del Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, con rango de Secretario de Estado, a quien compete la planificación, el impulso y la gestión coordinada de las actuaciones de las Administraciones Públicas, de los organismos públicos de ellas dependientes y de cuantas entidades públicas y privadas protagonizan y están implicados en promoción de la imagen de España. Se puso al frente a Carlos Espinosa de los Monteros (Madrid, 1944), un veterano dirigente empresarial retirado de toda responsabilidad ejecutiva, que asumió el cargo sin salario, sin presupuesto y sin equipo. Ese fue el primer germen del fracaso de la iniciativa, ya que, aún hoy, es poco más que una página web con el nombre de Marca España. Se creó cuando la prima de riesgo española estaba disparada y se pretendió mejorar la imagen de España con esta medida que fue una idea fallida desde el mismo día de su creación.
“Marca España” es una política de Estado iniciada en el año 2012, prevista como una serie de acciones a largo plazo, de promoción de la imagen exterior de España en diferentes ámbitos económico, cultural, social, científico y tecnológico, aunque sin proyecto, sin presupuesto, sin personal, sin infraestructura, en una palabra sin vergüenza, una iniciativa condenada al fracaso desde el mismo día de su creación.
En contra del esperado y deseado objetivo del gobierno del Partido Popular, la frase "la marca España" en lo único que ha tenido un éxito apoteósico ha sido en convertirse en un latiguillo sarcástico-irónico cuando algo sale mal en España, lo que ocurre con mucha frecuencia y las actuaciones del gobierno son producto de burla por parte de agentes nacionales o extranjeros. Un latiguillo que con demasiada frecuencia es usado para demostrar lo equivocado que está el actual gobierno en su política económica, cultural, social, científico, tecnológico y de comunicación.
La escuela de negocios y marketing ESIC, integrado en el Observatorio de la Imagen que dirige el Real Instituto Elcano, ha desarrollado un informe en el que sitúa a España en el puesto 36 en el índice de imagen de países y jurisdicciones territoriales, en base al análisis de cuatro parámetros: turismo, exportación, inversión directa externa e inmigración. Un sistema de medición que está apoyado por el propio Comisionado para la Marca España.
Es francamente de vergüenza que España que sigue siendo la décimo tercera economía del mundo y uno de los países con mayor patrimonio artístico y cultural, entre otras cualidades ocupe el lugar 36 en el índice de imagen, algo se ha hecho mal o no se ha hecho.
El golpe bajo que ha supuesto a la Marca España la censura desbocada que existe en este momento en España, con una Ley Mordaza campando por sus respetos, con una censura que nos remite a los mejores años del franquismo, necesitará algo más que árnica para no hundirnos más en la clasificación de los países con mala imagen, dirigidos por un gobierno más que amortizado, sin ideas, sin proyecto de País, como no sea hundir más a la población española en la más absoluta de las miserias en beneficio de sus amigos del alma, los bancos, las aseguradoras, las autopistas y demás zánganos que viven de la explotación de los españolitos de a pie.
Si a esto sumamos que España obtuvo una puntuación de 57 sobre 100 en el índice de percepción de la corrupción de 2017 elaborado por la ONG Transparencia Internacional (TI), la peor calificación del país en su historia, un puesto por debajo de la del año pasado (41) y resulta el peor puesto de las series históricas del estudio. Además, España se coloca entre los dos tercios de los países que obtienen una puntuación inferior a 50 y por debajo de la media, situada en 43. Igualmente, se ubica por debajo de la media de Europa Occidental, que tiene una puntuación de 66.
El índice divulgado por Transparency International, que este año celebra su 25 aniversario, está encabezado por Nueva Zelandia y Dinamarca, con puntuaciones de 89 y 88, respectivamente, mientras que Siria, Sudán del Sur y Somalia se ubican en los puestos más bajos, con puntuaciones de 14, 12 y 9.