El Ayuntamiento de Madrid es el único en Europa que decide sobre una autopista: la M30. Al decidir soterrar una parte inició hace unos años una campaña contra las mujeres. Sí, como lo oyen. Tengo que reconocer que tuve que leer dos veces el titular. No me lo podía creer.
Los proyectos públicos deben valorar y, a ser posible, cuantificar tanto costes como beneficios sociales antes de acometerse. Se recomienda ejecutarlos si los segundos son mayores que los primeros.
Las externalidades son consecuencias derivadas de los proyectos y pueden ser negativas o positivas. Por ejemplo, una externalidad negativa de construir una autopista es la destrucción paisajística que supone y una positiva la reducción de la contaminación al evitar atascos. El túnel en cuestión tiene una externalidad de género. Una externalidad misógina.
Eso dice el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid que ha encomendado un estudio económico con intenciones espurias. El economista que se ha prestado a ese juego interesado es Eduardo Garzón, hermano del líder de Izquierda Unida. Su error ha sido estudiar un aspecto del proyecto y no el todo, extrayendo conclusiones que no se sostienen por sí mismas. No hay peor mentira que contar una verdad a medias. Todo ello, a cambio de 52.000 euros ¿De verdad que se necesita tanto dinero para hacer decir que un túnel perjudica a las mujeres y beneficia a los hombres? A 60 euros la hora de consultoría, salen 866 horas de trabajo. Son 108 jornadas de trabajo; 5 meses de trabajo de una persona 8 horas al día. Dos personas full time, sería la mitad y tres personas, un tercio. Todo pagado por un Ayuntamiento en el que el partido político dominante dice representar a los más desfavorecidos.
Aun no siendo un estudio objetivo, veamos la solidez de las conclusiones del estudio.
Dice el economista Eduardo Garzón que los ruidos de las obras de soterramiento afectaron más a mujeres que a hombres porque ellas tenían una tasa de paro más elevada y, supone que, en su condición de desempleadas estaban en casa soportando el ruido. Digo yo que, quizá esté suponiendo demasiado y las mujeres no estaban en casa sino en la calle buscando trabajo, practicando deporte o desayunando con sus amigos o amigas en un bar tranquilo, ajeno a los ruidos. No podrían moverse, sin embargo, los trabajadores de los negocios del entorno que deberían aguantar el chaparrón de las perforadoras. La relación causal esgrimida entre desempleo y permanencia en el hogar es débil. Sacar conclusiones de hipótesis débiles hace que sean poco rigurosas.
Además, lo que era una externalización negativa durante la construcción como el exceso de decibelios provocados por las máquinas perforadoras, se convirtió en positiva, una vez finalizado el túnel al pasar los vehículos bajo tierra y disminuir el ruido de sus motores y claxons ¿Tiene sentido tener en cuenta el ruido como externalidad negativa antes pero no después del soterramiento?
Otra dudosa conclusión es que se ha perjudicado a las mujeres porque emplean más el transporte público y con esta obra se ha favorecido a los hombres porque usan más el coche. Digo yo que también estará permitido el tránsito de autobuses por ahí abajo ¿no? Y, ¿qué ha ocurrido con el espacio ganado en la superficie? ¿lo emplean más mujeres que hombres?
La portavoz del ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, califica estos estudios como "obligación normativa para ver cómo afectan todo tipo de políticas públicas al género” ¿por qué no resalta los beneficios del proyecto y centrarse en uno de sus costes sociales? Son beneficios para todos los géneros, incluido el femenino. La disminución de atascos y, por tanto, de polución o el llegar antes al trabajo también beneficia a las mujeres ¿no?
Retorcer la economía para satisfacer intereses políticos es censurable. Hacerlo a cambio de 52.000 euros por afinidad política e inconsistencia de las conclusiones, tiene un nombre muy feo.