El presidente del gobierno español, en un acto de su partido en Valencia este fin de semana, volvió a insistir en el mensaje de que un gobierno y unos políticos que van contra la ley no son demócratas. De hecho, el propio Rajoy y otros miembros prominentes de su gabinete y su partido, así como numerosos opinadores, tertulianos y escribidores, vienen repitiendo tal afirmación como un mantra desde hace meses. Aunque lo dicen refiriéndose al govern de la Generalitat de Catalunya y diputats del parlamento catalán, cabe suponer que tan machacona letanía ha de ser de aplicación universal.
Si no estoy equivocado, saquear las arcas públicas en beneficio propio y para la financiación ilegal del partido va contra la ley, luego los innumerables políticos del Partido Popular imputados, y muchos condenados, por asuntos de corrupción, así como la propia formación política, no deben ser demócratas, de acuerdo con la propias afirmaciones de Rajoy y sus adláteres.
La utilización de fondos y funcionarios públicos para establecer una red dedicada a la creación de dossiers y noticias falsos para desacreditar a adversarios políticos también es contraria a la ley. Según las conclusiones de la comisión de investigación del Congreso de la llamada “Operación Cataluña”, desde el Ministerio del Interior del gobierno de Rajoy, durante la etapa en que fue ministro Jorge Fernández Díaz, se promovió una tal red de las denominadas “cloacas del estado”. Luego, siguiendo la doctrina expuesta por el presidente, su gobierno, al menos una parte del mismo, no es demócrata, o no lo ha sido.
Y si su partido, siendo él presidente del mismo, muchos de sus compañeros de formación y parte de su gobierno no son demócratas, difícilmente podemos considerarle a él mismo como un demócrata “bona fides”.
Probablemente esta aseveración es un punto exagerada, pero también lo son sus afirmaciones y las de sus correligionarios respecto de los gobernantes catalanes. Es demasiado habitual entre nuestros políticos caer en la tentación de hacer juicios de valor categóricos de sus oponentes, sin tener en cuenta que en muchas ocasiones se puede decir lo mismo de ellos, incluso multiplicado varias veces. Se trata del viejo refrán español de ver la paja en el ojo ajeno y no ver, o no querer ver, incluso ocultar, la viga en el propio.
Haría bien el Sr. Rajoy en medir mejor sus palabras, teniendo en cuenta lo que tiene en casa, y dedicarse a buscar una solución política a lo que es un problema político, en lugar de convertirlo en un asunto legal, para que lo resuelvan por él el desprestigiado Tribunal Constitucional, la fiscalía y los jueces. Los tribunales no solucionarán la cuestión catalana, pero es igualmente improbable que el Partido Popular y Rajoy, que han sido los auténticos instigadores de la situación actual con su recurso contra el Estatut ante el TC y su recogida de firmas “contra los catalanes” (Rajoy “dixit”), estén en condiciones de intentar una salida democrática al problema, ni que quieran hacerlo.