Cuando hace unos días pensaba sobre que escribiría a mi vuelta de vacaciones creía que sería sobre una cosa liviana y propia del verano pero la realidad no ha despertado de nuestro letargo y la actualidad siempre manda.
El pasado jueves se produjo un atentado terrorista en Barcelona a media tarde y unas horas después otro en Cambrils; hasta ahí nada nuevo, seguro que conocen los detalles de tan macabras actuaciones.
El mismo día y los días siguientes los políticos apelan a la unidad y a un buenismo absolutamente hipócrita más propio de fariseos. Con los cadáveres aún calientes y sin saber aún el número de víctimas los partidos se han empezado a tirar los bolardos y los cadáveres por la cabeza en un ejercicio patético de usar a las personas asesinadas en beneficio político propio. No hay distinción, los unos y los otros no han estado a la altura que se merecen los ciudadanos, su comportamiento, de todos los partidos, ha sido ruin y miserable, y su comportamiento debería haber sido otro muy diferente.
Al terrorismo islámico o como quieran llamarle se le combate desde la Ley y el Estado de Derecho sin que quepan en este último comportamientos tibios o justificativos en su condena a los criminales; no cabe la comprensión con los asesinos, la comprensión y nuestro sentimiento debe estar con las víctimas y lo que no sea así es una burla a los ciudadanos. A los asesinos del otro día se les debe aplicar la Ley, deben ser juzgados y cumplir la condena que les sea impuesta si son hallados culpables. No hay atajos. No hay que incitar al odio, simplemente aplicar la Ley, como decían nuestros clásicos “dura lex sed lex”. Que pasen un buen día.
Si (
No(
