Es la pregunta que golpea la mente cuando se confirma el asentimiento con la afirmación leída en la revista The New Atlantis; “no hay evidencia científica que respalde que la identidad de género sea independiente del sexo”. Una conclusión del psiquiatra Lawrence Maier y del psicólogo Paul McHugh, de la Universidad de Medicina Johns Hopkins, aparecida en tal revista, defendiendo que ser homosexual o transexual no es algo “innato”, para sostener que la realidad biológica es una circunstancia que no puede ser alterada ni socialmente ni a través de la cirugía. La prestigiosa revista científica pone en tela de juicio la afirmación tan machaconamente repetida de “soy un hombre atrapado en un cuerpo de mujer” o viceversa. Una estimación que fijaría que aproximadamente el 0,6% de la población adulta estadounidense se identifica con tal afirmación. La pregunta subsiguiente es indagar “por qué” en España se propaga la sensación de que ese porcentaje es apreciablemente superior.
Y sigue la inicial pregunta cuando hay quién se atreve a diferenciar sexo de género, entendiendo lo primero como una referencia biológica del individuo como masculino o femenino, mientras el uso del segundo término nos aproximaría más a atributos, a conductas, a actividades que son consideradas apropiadas en una determinada sociedad. Atreverse a formular la pregunta de “por qué” no es considerado correcto, puede tener contestaciones funestamente llamativas. Obviamente mencionar al Dr. Money— precisamente del hospital John Hopkins — como inventor del término “género” y recodar a su “producto”, David Reimer, podría ser más que nefasto, atendidas las vicisitudes por la cuales tuvo que trascurrir durante 38 años el niño nacido niño, y transmutado a niña, hasta llegar a su suicidio. Mas el inicial “por qué” sigue vivo, cuando se contempla la presión, la inmersión que, lenta pero tenazmente, se está produciendo en la sociedad, no solo española, sino europea, occidental, jamás africana o musulmana. Ante la anunciada inmersión lgtb, surgida y promovida desde leyes y reglamentos promovidos por no se sabe que instigadores, un cúmulo de individuos se repite “por qué” es necesaria tal inmersión arco iris y “por qué” debe asumir la sociedad en su globalidad, el pensamiento, la doctrina que se expande desde lo que se conoce como lobby gay o los gurús de la ideología de género. No se explica “por qué” no cabe ninguna réplica contradictoria o simplemente un halo de indiferencia ante esa conducta. Las leyes aprobadas o por promulgar no solamente imponen el respeto, sino que establecen la sumisión ante, por ejemplo, la inclusión de la historia del movimiento lgtb en la asignatura de Historia o de Conocimiento, cuando en algunas Comunidades los estudiantes no saben quién fue Don Pelayo ni mucho menos Blas de Lezo o que el Miño es un rio.
En Suiza se ha rechazado, por el momento, considerar la unión de dos personas del mismo sexo como “matrimonio”, manteniendo el “registro de uniones” implantado en 2003. Y no se ha ido más allá. Sin embargo, en nuestro país, estimar que esa “unión” no es “matrimonio”, implica ser diana de improperios como neonazi, facha, ultra conservador, derechona o el manido ultra católico. El “por qué” quienes piden respeto para su “género” no pueden concederlo a quiénes no piensan como ellos no es un misterio: pretenden colocar en lo nefasto social y políticamente al disconforme, al que no opina que la imposición de la ideología de género en la educación sea la panacea de todos nuestros males, y en concreto de la homofobia y demás fobias. La réplica a todo ello también podría ser que, desde su acera, se produce una cristiano fobia, una hetero fobia o una natural fobia. Sigue la pregunta de “por qué” es necesaria una filia en quién no tiene ninguna fobia, más allá de al equipo de futbol rival. Bien están, para quién los aprecie, días del orgullo gay, banderas arco iris y desfiles con carrozas más o menos estrambóticas, pero ¿por qué los heteros debemos ser conducidos, por el impulso de lo homo, hacia una ciudadanía de segunda? A fin de cuentas, los niños, las niñas, son, mayoritariamente, fruto de una relación heterosexual, y siempre de la unión de un espermatozoide masculino y un óvulo femenino. Incitar a un reconocimiento de tal hecho podría alcanzar una consideración discriminatoria en contra de los movimientos arco iris, si así se considera por esa Agencia Estatal contra la discriminación y demás, mencionada a instituir en una futura ley impulsada desde Podemos. Sanciones, multas, anuncios de denuncias, decomiso de material, de libros de texto que se considere por esa Agencia inciten a discriminación, se nos anuncian..
Facebook va más allá y, aparte del like arco iris, establece 56 nuevas formas para que los usuarios describan su género, sintiéndose cómodos, y entre las opciones ofrecidas están agénero, varias formas de cis-, trans-, género plástico, género cuestionado, pan género…, y más. Quizás, si el gran gurú de Facebook da tanta libertad a sus usuarios, el lobby arco iris también debiera actuar en forma similar para con sus discrepantes, dejándoles que eduquen a sus hijos según su propia escala de valores y no pretenda que, por ley, por inmersión, por sanción, deban consentir, permitir, que se entrometan en conciencias ajenas, imponiendo una ideología y unas formas que no son sino variantes del pensamiento único. Y mientras, parte de la sociedad contempla la escena con preocupación, una lesbiana feminista como Camille Paglia, se atreve a afirmar; “El fenómeno transgénero se multiplica y propaga en las fases tardías de la cultura, mientras que las tradiciones religiosas, políticas y familiares se debilitan y las civilizaciones comienzan a declinar”.
¿Se han preguntado el “por qué” algunos rabinos, imanes, pastores u obispos? Y más. ¿Por qué, al finalizar, el temor invade las letras?