Memoria histórica de la II República (y II)

No pretendo hacer ni un panegírico ni una crítica radical de la II República, pero lo que no es de recibo es que políticos "nacionalistas-catalanistas” reivindiquen un sistema y mucho menos una bandera que llevaba una franja morada por la comunidad castellana que, según los republicanos de los años treinta, era el "de una región ilustre, nervio de la nacionalidad", y que conste que se refieren a la ¡nacionalidad española! La II República eliminó la bandera bicolor (la roja y gualda) que por cierto ya había sido usada durante la primera República, porque consideraban que el rojo y el amarillo, aparte de su identificación con la monarquía, sólo representaba a una parte de los pueblos integrantes de España, los vinculados con la antigua Corona de Aragón, por lo que el otro gran pueblo hispánico, el castellano, debía estar presente en la bandera mediante el color que, según la tradición, le era propio.

La Segunda República Española, ensalzada como referente socialista y comunista, además de ser un trágico desastre en cuanto al orden público se refiere, además de usar la censura previa en los medios escritos, además de tener una Ley de Defensa de la República que permitía los presos gubernativos sin juicio previo, además de sufrir un golpe de estado socialista, otro nacionalista, y dos militares, además de haberse confirmado el fraude electoral que propició hacerse con el poder al comunista Frente Popular, perdió toda legitimidad a partir del 18 de Julio de 1936 permitiendo que se asesinara a ciudadanos de la República sólo por su adscripción religiosa o ideológica. ¿Dónde estuvieron las garantías republicanas durante la guerra civil? ¿Dónde estuvo la legalidad republicana a partir del 18 de Julio?

A diferencia de los nacionalistas y catalanistas varios que reivindican la II República, a algunos, por lo menos, no se nos ocurre reivindicar sistemas sin conocer sus claves ideológicas. Otros parece que se apuntan a cualquier carro para salir en la foto. Y es que hay quién dijo que el nacionalismo se cura viajando. También leyendo.