www.canariasdiario.com

Errores de la Unión Europea I

martes 11 de octubre de 2016, 04:00h

La Unión Europea se encuentra en un momento crucial de su historia. Las decisiones y el camino que tome en los próximos meses serán determinantes para su devenir en los próximos años, ya sea hacia un fortalecimiento y revitalización que impulse de nuevo la idea de una Europa unida en la diversidad, ya sea hacia la decadencia y languidecimiento que acaben en la desunión por la exacerbación de la diversidad, el desmembramiento y el fin del ideal que guio a los padres fundadores a promover el proceso de unidad europea y que llevó a la fundación de la Comunidad Económica Europea en el Tratado de Roma de 1957 y de la Unión Europea en el Tratado de Maastricht de 1992.

Los padres fundadores, Adenauer, Schuman, de Gasperi, Bech, Beyen, Halstein, Monnet, Spaak, y Spinelli, por citar a los más destacados, habían asistido todos ellos a los horrores y a la destrucción provocados por las dos guerras mundiales en el continente europeo, destrucción no solo física y económica, sino también moral y espiritual y entendieron que solo mediante la superación de las enemistades seculares entre los países y mediante la integración en una superestructura común se conseguiría acabar con las guerras y confrontaciones constantes entre europeos.

La integración se basó en la libre aceptación del sometimiento a una superestructura común con una toma de decisiones por consenso y sobre las bases de la democracia participativa, la libertad política, la libertad económica, la libre circulación bienes, servicios y personas y el estado social de derecho expresado en el estado del bienestar.

En el contexto de la guerra fría y división en dos bloques opuestos heredado del final de la segunda guerra mundial, la integración solo era posible, de momento, entre el grupo de países democráticos de Europa Occidental.

Los líderes que sustituyeron a los padres fundadores, como Willy Brandt, Mansholt, Rey, Helmut Schmidt, Delors, Olof Palme, Helmut Kohl, Mitterrand y Genscher, entre otros, mantuvieron e incluso intensificaron el espíritu europeísta. Entre 1973 y 1995 se fue añadiendo la práctica totalidad de los países de Europa Occidental, con excepción de Suiza, Noruega, Islandia y los microestados. España, Portugal y Grecia solo pudieron adherirse cuando se liberaron de sus respectivas dictaduras y se convirtieron en democracias representativas.

Con el cambio de siglo la UE parecía estar en un momento óptimo para convertirse en una de las primeras potencias políticas y económicas del mundo, en un referente democrático y ético para el resto del planeta. Quince años después, sin embargo, se encuentra en una grave crisis que amenaza su propia existencia. Uno de sus miembros más importantes, el Reino Unido, ha decidido abandonar la unión, la crisis económica ha golpeado duramente a muchos de sus países miembros, sobre todo a las clases medias, el estado del bienestar está en peligro, algunos gobiernos se resisten a aplicar las directrices comunitarias, hay un rebrote de nacionalismo y euroescepticismo, cuando no eurofobia , un ascenso electoral de partidos de extrema derecha y populistas y una grave crisis de los principios éticos de solidaridad de la unión, provocada por la llegada masiva de migrantes solicitantes de asilo político o económico, procedentes de Oriente Medio, Afganistán, Paquistán y el Norte y el cuerno de África.

Todo ello se debe, por un lado, a la gravísima crisis de liderazgo que padecemos, tanto en los países como en la UE. Una vez desaparecida de la primera línea política la segunda generación de líderes europeístas, no ha habido relevo. En estos momentos solo Angela Merkel tiene las características de líder sólido y fiable, pero incluso ella ha tendido a ir cerrándose en la política alemana y, lo que es peor, ha propendido a usar su poder como primera potencia de la UE para subordinar las políticas europeas a la conveniencia de Alemania.

Por otro lado, al error de haber admitido al Reino Unido como miembro, que desde que entró ha trabajado para socavar los principios de la integración europea, hasta que, viendo que la situación ya es bastante mala, ha decidido dar lo que considera un golpe de gracia, marchándose de la Unión.

Y, por otro lado, a otros dos errores graves cometidos por la unión a principios de este siglo. El primero, la implantación del euro en 2002.

No por el euro en sí mismo, sino porque se realizó sin la necesaria armonización de las políticas económicas y fiscales y sin la reación de los instrumentos compensatorios imprescindibles para las economías más débiles. El propio mandato del Banco Central Europeo, encargado no de la política monetaria, sino exclusivamente de la vigilancia y contención de la inflación que llevó, cuando estalló la crisis, a un mantenimiento suicida de tipos de interés demasiado altos, es un ejemplo del sometimiento a los intereses exclusivos de la economía alemana y otros países de la órbita germánica y ha resultado nefasto para muchos de los países miembros de la eurozona, especialmente los del sur de Europa.

Y el segundo error fue la ampliación masiva a los países del este, antiguos miembros del bloque comunista, de los que entraron ocho en bloque en 2004, junto con Malta y Chipre, y dos más en 2007. Estos países, sobre todo el núcleo centroeuropeo formado por Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría, han sido muy reticentes a la plena integración y a aceptar muchas de las obligaciones de la adhesión, como su negativa rotunda a aceptar las cuotas de acogida de los migrantes solicitantes de refugio y asilo. Han constituido y constituyen un auténtico freno, una traba, para la Unión Europea.

El futuro de la UE depende de las decisiones que tome para afrontar y solucionar estos problemas: la negociación de la salida del Reino Unido, el ahogamiento de las economías del sur por las limitaciones que impone su adscripción al euro y el desafío a los principios comunitarios de algunos de los países miembros procedentes del antiguo bloque comunista.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios