Según la última estadística publicada por el INE sobre uso TIC en los hogares, que los niños de Baleares entre 10 y 15 años son los que más utilizan internet fuera de su hogar lo que dificulta la educación y el necesario control de los padres sobre los peligros que conlleva.
Canarios, gallegos y baleares usan internet en cibercafés doblando la media nacional del 5,5%. El 51,2% lo hacen desde viviendas de familiares y amigos superando la media nacional (41,9%) y después de los que más lo hacen, los murcianos (53,5%). Y a la vez son los que menos lo utilizan en su casa (89,9%) en contraste con la media nacional (93,7%).
Las barreras tecnológicas instaladas en algunas páginas de Internet, como filtros o mecanismos de verificación de edad e identidad no son suficientes para garantizar un uso seguro de la red a niños y adolescentes. Estas medidas técnicas deben combinarse con otros elementos, como la supervisión de los padres y la educación si se quieren evitar problemas de acoso e intimidación a los que se enfrentan los niños.
Desde que niños y adolescentes hacen mayor uso de las páginas de redes sociales se han contabilizado de manera progresiva los casos de acoso sexual e intimidación.
Si por algo se caracteriza el comienzo del segundo milenio es por la conquista que han hecho las pantallas de nuestro mundo. Las nuevas tecnologías y la gran variedad de dispositivos que existen en la actualidad se han adentrado de forma paulatina en nuestros hogares y han cambiado nuestro modo de vida y los hábitos de información, comunicación y entretenimiento que teníamos.
Esta exposición de niños, en ocasiones desmesurada y sin directrices familiares que la acoten, pueden producir efectos que puede provocar una sobreexposición y un uso inadecuado de los medios audiovisuales.
Estamos en la era de la comunicación. Internet y las redes sociales son las principales vías de comunicación entre los adolescentes, de ahí la preocupación de los padres por el uso que hacen de las mismas. Muchos se cuestionan si deben vigilar las relaciones sociales que sus hijos establecen en el mundo virtual o si por el contrario deben darles cierta autonomía.
No es bueno restringir completamente la actividad de los adolescentes en este aspecto, pero tampoco dejarles completamente a su aire. Si no ponemos ciertos límites a su actividad no llegaremos a conocer nunca en qué entorno se mueven y quiénes son sus amistades, pero restringirlo completamente tampoco será nada positivo. Hay que encontrar el término medio para que los hijos tengan la suficiente confianza de compartir con sus padres los movimientos que hacen por la red. Entender qué es realmente el espacio virtual y actuar con sentido común son claves para lograr este término medio.