Clinton y Trump, interrumpiéndose de forma reiterada, se han vertido críticas en diferentes aspectos económicos y diplomáticos, poco después del inicio del debate, marcado con un apretón de manos y una sonrisa.
En uno de los intercambios más acalorados, ambos se han acusado mutuamente por la polémica que Trump alimentó durante años sobre si el presidente Barack Obama había nacido en Estados Unidos.
En este contexto, Clinton ha acusado a Trump de comenzar su actividad política basándose en la "mentira racista" de que Obama --nacido en Hawái-- no era estadounidense. "No había absolutamente ninguna prueba de ello, pero persistía año tras año", ha lamentado la demócrata
Hacia el final del debate, Trump ha acusado a Clinton de no tener la "resistencia" necesaria para ser presidenta.
Sin embargo, Clinton ha respondido explicando que sólo cuando Trump "viaje a 112 países, negocie un acuerdo de paz, un alto el fuego, la liberación de disidentes" o pase "once horas testificando frente a una comisión del Congreso" podrá hablarle sobre resistencia, en referencia a su trabajo mientras estuvo al frente de la Secretaría de Estado