El movimiento “okupa” está tomando fuerza tras los altercados acaecidos en el Passeig de Gràcia de Barcelona y hay quien cree que puede infringir la Ley con total impunidad, apropiándose de un inmueble que no le pertenece.
El fenómeno “okupa” es lisa y llanamente la actuación perversa y delictiva de amigos de lo ajeno que actúan como una banda organizada
Una cosa es la lucha de determinados colectivos dentro de la legalidad, denunciando los desahucios por hipotecas con cláusulas abusivas. Otra cosa es la protesta ante situaciones dramáticas de familias que se han quedado en la calle, con mayores e hijos menores a su cargo. Pero el fenómeno “okupa” es lisa y llanamente la actuación perversa y delictiva de amigos de lo ajeno que actúan como una banda organizada. Con un absoluto desprecio por la Ley y por la propiedad privada, se erigen en salvadores de la “especulación” y consideran que el hecho de pintar murales o hacer talleres de juegos malabares o de tocar la flauta, lo que ellos catalogan de “usos sociales”, les legitima para apropiarse de bienes ajenos. Lo peor es que hay quien les justifica (aunque es justo puntualizar que son los menos) pero si tanta simpatía les despiertan los okupas, lo mejor sería que los acogieran en sus propias casas.
Hay mecanismos legales para que un colectivo de personas se constituya en una asociación o en una fundación, y si reúne los requisitos establecidos en las leyes, acogerse a los beneficios de las entidades declaradas de interés público, de modo que la Administración pueda facilitarles subvenciones, locales y medios para desarrollar su labor, siempre que cumplan con lo que la Ley establece. Pero ellos no quieren seguir el camino del resto de organizaciones sociales, sino que quieren pisotear la Ley para hacer de su voluntad la única norma que rige. Una sociedad democrática donde impere el Estado de Derecho no puede consentir algo así.
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No(
