Y votaré y votaré... Hasta que el sistema cambiaré
sábado 04 de junio de 2016, 03:00h
Ya estoy de vuelta. Un día os contaré mis incursiones en tierras cubanas pues han dado para mucho.
Estos días estoy leyendo la prensa a fondo, estaba muy desconectado, y volviendo a la rutina. A todos esos que me queréis tanto y os regocijáis con los quilitos de más que he cogido... tranquilos, en breve estaré en forma de nuevo. Que aunque no lo parezca soy un tipo muy disciplinado. Tanto, que a pesar de mis desengaños con el PP le seguiré votando. Porque yo votaré y votaré... cuantas veces hagan falta. Y todo con la intención de ejercer mi derecho al voto y luego, en todo caso, poder seguir protestando cómo hago ahora y cómo he hecho en anteriores ocasiones.
A estas alturas ya no tengo la mínima duda que la sociedad se divide en dos especies: la sociedad civil y los políticos. La primera es la raza más sufridora, la que paga, la que lleva sobre sus espaldas el auténtico peso de todo el país. En ella conviven plácidamente varias subespecies entre las que destacan los autónomos, los asalariados y los patronos. Cada una a su manera sufre las catastróficas políticas económicas aplicadas por esa otra raza, los políticos.
Impuestos, tasas, más impuestos, recortes, contribuciones varias... es un no parar. Entenderéis que no entre en detalles, creo que quién más quién menos sabe de lo que estoy hablando. Hoy solo pretendo hacer una reflexión genérica. Invitarnos a todos a recapacitar, a meditar y elegir a conciencia la papeleta que el 26J pongamos en la urna.
Por su parte, la raza política, muy mayoritaria por cierto, sigue viviendo de espaldas al dolor que inflige a sus conciudadanos. A los mismos que hacen posible la supervivencia de los políticos de turno. En al año 2013 se publicaron varios artículos referentes a la cifra de políticos que hay en España. Resulta muy difícil apurar al detalle, pero se fijaba en unos 300.000. Una autentica barbaridad.
Y no, no les estoy llamando a las armas, ni les animo a rebelarse. Todo lo contrario. Intento hacer un llamamiento a la concorda, a la necesidad de ambas razas (la civil y la política) a ir de la mano por el interés general de todos.
Deben ser conscientes unos (los políticos) que si no cambian el rumbo, la rebelión no tardará en llegar, y debemos saber también los otros (los que pagamos), que sin políticos no podríamos vivir, pues alguien debe marcar la línea. Que nos necesitamos mutuamente, vaya. Pero, por el bien de todos, no dejemos que nuestra relación sea tormentosa. Me gustaría mucho más un romance idílico, y si acabamos teniendo hijos comunes y pasando los días juntos en una camilla jugando a “truc” mucho mejor.
Mucho me temo que al paso que vamos, no tendremos tal idilio, sino más bien una historia de celos, envidias y dolores de barriga. Y ya sabemos las formas tan dramáticas en que suelen acabar estas historias tormentosas.
Político de mi vida, político de mi corazón... ámame un poquito más, respétame, valórame. Pierde, aunque sea un minuto de tu tiempo, en mirarme. Verás que tengo mucho que ofrecer. Déjame libertad, ya sabes que aquel que se va sin que le echen... vuelve sin ser llamado. Tengamos una relación duradera y ejemplar basada en el respeto mutuo. Yo a cambio también prometo respetarte, apoyarte en lo bueno y en lo malo. Acompañarte en tus historias, por locas que sean. ¡Amémonos de una vez!
Incluso, y ojo a lo que voy a decir, prometo respetar a todos esos senadores (léase raza política) que cobrarán en estos días un finiquito de más de 8.000 euros por haber... ¿por haber hecho qué?. Nada diría yo. Pues eso, que estoy tan dispuesto a fumarme la pipa de la paz con ustedes, los políticos, que miraré a otro lado, no diré la vergüenza que me produce esa clara inclinación al “chupopterismo” que tanto les caracteriza. No les criticaré, no les recriminaré que no tengan decencia ni moral por no declinar cobrar semejante cantidad indecente por haber calentado una silla varios meses.
La semana pasada se publicaron algunas cifras en nuestra comunidad referentes al elevado porcentaje de ciudadanos que viven en el lindar de la pobreza. Veíamos que no eran pocos lo que sobreviven con menos, precisamente, de 8.000 euros al año. He dicho al año. Y ustedes lo cobrarán ahora de golpe y en forma de finiquito.
Lo dicho, yo votaré y votaré... hasta que el sistema cambiaré. ¿Me acompañáis?