No es la primera vez que desde un dirigente de Podemos se mete en líos atacando la labor de los periodistas. En esta ocasión ha sido el propio secretario general de la formación, Pablo Iglesias, quien durante la presentación de un libro atacó de forma reiterada, con una sonrisa en la cara y en un tono absolutamente inaceptable e impropio de un líder político, al periodista de El Mundo, Álvaro Carvajal. Como no podía ser de otro modo, la indignación cundió entre los informadores, muchos de los cuales optaron por abandonar el recinto. Iglesias se vio obligado posteriormente a pedir disculpas por haber personalizado su ataque en un periodista en concreto, pero reivindicó la veracidad de sus afirmaciones sobre la prensa, cuando se trata de publicar noticias relativas a su partido. Con posterioridad algunos otros cargos públicos de Podemos han secundado a su líder en sus críticas a los medios de comunicación, como la teniente de alcalde de Palma, Aurora Jhardi.
Ha llegado la hora de decir basta a sus ataques y a su permanente enjuiciamiento de la labor periodística
Pablo Iglesias y muchos de sus conmilitones se creen con el derecho de decir a la prensa lo que puede o no puede publicar, lo que está bien o lo que está mal, intentando presionar a su favor. Al parecer no conocen lo que significa la libertad de prensa y el derecho a la información. Y ha llegado la hora de decir basta a sus ataques y a su permanente enjuiciamiento de la labor periodística, como si solo Podemos estuviera en posesión de la verdad y el suyo fuera el único criterio válido para determinar si algo reúne criterios de veracidad o no.
Antes incluso de que Podemos entrara en las instituciones, sus planteamientos no solo sobre los medios de comunicación públicos, sino también de los privados, denotaban un afán intervencionista impropio de una democracia que merezca tal nombre. Poco a poco fueron modulando el mensaje a fin de no parecer excesivamente radicales ante los electores, pero al poco han vuelto a las andadas con planteamientos inaceptables ante los que no vale únicamente pedir perdón. Pablo Iglesias se ha retratado y o Podemos abandonan definitivamente el tono de matonismo con los periodistas, o se merecerá ser acusado de irrespetuoso con la libertad de prensa.