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Trump amenaza con la Casa Blanca

miércoles 16 de marzo de 2016, 14:12h

El conocido como 'supermartes' de las primarias en Estados Unidos arroja unos datos preocupantes para aquellos que ven en la figura de Donald Trump una peligrosa amenaza para la geopolítica internacional.

El magnate ganó en Illinois, Carolina del Norte, previsiblemente en Missouri y en Florida desbancó a Marco Rubio -el favorito del partido-, que retiró su candidatura. Esto deja al ultracatólico Ted Cruz como única posibilidad (¿real?) de disputarle el voto a Trump. El valor de John Kasich, pese a su victoria en su casa, Ohio, es residual y solo una coalición con Cruz podría salvarle de la quema, aunque ni esto serviría ahora mismo para desbancarle.

Esta nueva victoria del controvertido multimillonario preocupa mucho alrededor del globo, sobre todo, en América Latina, donde sus agresivas declaraciones de intenciones pueden crear un clima antiamericano que iba en declive tras la muerte de Hugo Chávez y el acercamiento de los Castro. Qué decir de los lazos con Oriente Medio. De materializarse sus palabras en actos, se comprometerían y mucho las relaciones internacionales del gigante norteamericano, generando una onda expansiva que podría amenazar su supremacía mundial.

En el Partido Republicano confían en que Trump rebaje su discurso en lo venidero, no tanto en las ya más que probables elecciones presidenciales, donde tendrá que presentar una aguerrida batalla a los Clinton -todo hace presagiar que la presencia de Bill será más poderosa si cabe-, sino ante una hipotética llegada a la Casa Blanca. El ’Tea party’ sabe del carácter charlatán del candidato, y por eso pronostican que sabrá salir airoso de las numerosas contradicciones a las que se enfrentará, como ya está demostrando día tras día.

su propuesta basada en la xenofobia y la nostalgia del hombre blanco y le ha salido redonda. Probablemente fuese la única vía

Muchos consideran que la victoria de Trump se materializó hace poco días, cuando sus rivales aceptaron apoyarlo en una hipotética elección. Decir lo contrario hubiese sido ir contra el ‘establishment’ del partido y un más que probable suicidio político. Sabían ya que Trump liderará a los republicanos y la tibieza de su núcleo duro a la hora de posicionar a las bases sembró el desconcierto entre sus rivales, y no hay mejor rival que un rival perdido. Game over.

El magnate se ha beneficiado también de un proceso electoral en el que ningún candidato poseía el carisma necesario para ser el “must” de los republicanos. Tras los fiascos (por diversas razones) supuestos por John McCain y Mitt Romney, los conservadores estadounidenses no han sabido forjar a un líder desde los cimientos nacido por y para derrotar a Hillary Clinton, quien no ha querido inhibirse de la posibilidad de ser la primera mujer presidente de EE.UU., como ya se sabía desde que Obama se sentó en despacho oval. Por muy decisivo que haya llegado a ser el voto hispano, presentar a dos candidatos de corte similar no ha cohesionado el voto y ninguno encajaba en el perfil deseado por los conservadores, que vieron en Rubio el mal menor y les ha estallado en la cara, aunque ya de igual. Creo que a nadie se le escapa que tanto McCain como Romney hubiesen mirado a Trump a la cara en esta elección y muy probablemente desde arriba, con el apoyo decidido del partido.

ningún candidato poseía el carisma necesario para ser el “must” de los republicanos

Queda claro entonces que era ahora o nunca para Trump, y eso se ha dejado ver en su forma de afrontar la campaña: agresivo, polémico, mordaz, con muchos ambajes. Puede costeársela el mismo y eso le da una libertad de acción con la que habrían soñado muchos candidatos de la historia. Lamentablemente, Donald ha usado esa libertad para idear una propuesta basada en la xenofobia y la nostalgia del hombre blanco y le ha salido redonda, porque muy probablemente fuese la única vía. No debe quedar mucho para que surjan los primeros estudios sociológicos que teoricen sobre que lleva a un afroamericano, asiáticoamericano y hispanoamericano a votar a este sujeto que defiende la supremacía blanca, pero haberlos haylos y deben ser muchos a tenor de los delegados que va recolectando estado a estado.

De nada está sirviendo que los intelectuales del país se posiciones férreamente contra su candidatura. Las críticas le llueven desde los medios más importantes del país, que alertan de los graves perjuicios que conllevaría su presidencia. Sin embargo, esta oposición radical, que promete alcanzar cotas no vistas ni con George W. Bush, le sirve al millonario para aleccionar a sus seguidores y “demostrar” el miedo que desprende su figura. “Me tienen miedo porque no le debo nada a nadie”, asegura Trump. Con esa máxima y su receta secreta para hacer dinero mueve a masas que se muestran convencidas de que es lo que necesita su país.

Mientras tanto, los que lo vemos con preocupación desde fuera no podemos más que sorprendernos porque un personaje de esta categoría haya llegado a ser elegible para presidente del país más influyente del mundo. Ahora puede convertirse en el más odiado. Todo esto, millones mediante, porque esta meteórica carrera no podía haberse fraguado sin el respaldo económico que lleva tras de sí el polémico Trump. ¡Y todavía dirán que es el sueño americano!

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