www.canariasdiario.com

El trabajo más importante del mundo

Por José Luis Mateo
jueves 25 de febrero de 2016, 13:10h

Será verdad que, a medida que vamos cumpliendo primaveras y por mucho que nos empeñemos en mantener a ese niño juguetón que todos llevamos dentro, tenemos esa extraña percepción de que el tiempo pasa volando. Los días parecen segundos, las semanas, minutos, y los años...¿¡Cómo que ya estamos en 2016!? Efectivamente, ahora que vuelve a insistirse en lo brillante de la aportación del gran genio Albert Einstein, más que nunca nos damos cuenta de lo relativo que es el tiempo, en todos los sentidos.

Cuando se es niño, el tiempo se mide en cursos académicos y vacaciones de verano; cuando se es joven, en fiestas, amigos y eventos; cuando uno madura...o al menos eso cree, muchos comenzamos a medir el tiempo en compañía de otra persona, lo cual no deja de ser algo apasionante por lo que tiene de proyecto común que escribir codo con codo, uno junto al otro, si puede ser, hasta que la muerte nos separe. Pero los que de verdad nos hacen tomar conciencia del tiempo y de su auténtico valor son nuestros pequeños. Aquellos que tienen hijos me entenderán a la perfección. Hoy por la mañana, al darles un beso junto a las escaleras de ese colegio al que todos, en un sentido cada vez menos figurado, vamos y en el que todos estudiamos, suspendemos y aprobamos, he vuelto a sentir esa entraña sensación.

Por un lado, uno se siente completo, feliz, viviendo plenamente esta maravillosa aventura que es la vida. Sin embargo, no dejamos de sentir desasosiego y cierta preocupación, supongo que derivados de la mágica incertidumbre que envuelve el futuro y de la responsabilidad que para todos supone que esas personitas que ahora suben entre risas y bromas unas escaleras de un colegio, son ese futuro, son nuestra vida y, por qué no decirlo, nuestro legado.

Y es en ese momento cuando nos preguntamos si estamos haciendo lo suficiente por ellos y si lo estamos haciendo lo suficientemente bien. Cierto que el día a día no nos permite demasiadas alegrías y que nuestro trabajo genera niveles de exigencia que debemos y queremos mantener, aplicándonos con esfuerzo para conseguir algo que nos realice como personas y nos haga sentir útiles para los demás. Esto es incuestionable.

Nuestro trabajo nos hace crecer, nos debe inspirar y nos hace mejores. Pero siendo esto así, no caigamos en el imperdonable error de dejar de lado a quienes son, sin lugar a dudas, mucho más importantes, no eludamos nuestra responsabilidad ante los que de verdad debemos rendir cuentas de lo que somos, ni hagamos descansar en otras personas la correcta conjugación del verbo educar. Sí, es cierto, en el colegio se enseñan muchas cosas y nuestro hijos consolidan hábitos y adquieren competencias que les permitirán comunicar mejor, relacionarse y socializar más fácilmente, potenciar sus puntos fuertes y habilidades y contar con todo un conjunto de herramientas que les harán mirar hacia el futuro, su futuro, como jamás nosotros hubiéramos imaginado.

No obstante, recordemos que hay cosas que viene de casa, que se traen de serie, que no debemos buscar en un aula ni en un patio. Y sí, a veces cuesta...y mucho. Porque después de un largo e intenso día de trabajo es duro tener que decir "no", es complicado tener que dar explicaciones o preguntar cómo ha ido el día mientras terminamos los ejercicios que hay que entregar al día siguiente a primera hora. Lo más fácil es desconectar y pensar que todos ya hemos tenido un día lo suficientemente movidito como para que ahora tengamos que marcar el paso también en casa.

No obstante, bien sabemos que ningún camino fácil lleva a un sitio que merezca la pena. Puede haber sido un día duro, podemos estar cansados de realizar siempre las mismas tareas o ansiosos porque nos cuesta adaptarnos a los cambios. Es natural, no somos máquinas, no podemos con todo. Pero cuidado, si tenemos que dejar de hacer algo, si tenemos que quitar peso a nuestro día a día...no nos equivoquemos de lastre. No olvidemos que nuestros pequeños necesitan de sus más importantes guías en los momentos en que no encuentran su camino, que nos buscan con la mirada y con su vocecilla cuando nos sentamos nuevamente junto al ordenador para acabar esa última página del último informe del último día...Reclaman nuestra atención porque nos necesitan, porque somos el espejo en el que se miran y, simplemente, quieren que estemos con ellos.

No les fallemos, no nos fallemos a nosotros mismos porque no hay nada más grande ni más hermoso que verlos crecer y crecer con ellos, junto a ellos, siendo testigos de excepción de su búsqueda. Finalmente, ellos encontrarán su camino, elegirán su opción, controlarán su destino, pero qué privilegio poder entregarles de primera mano todas las herramientas, los secretos y las claves que puedan ayudarles en la consecución del último de los objetivos de todo ser humano: ser feliz. Sí, es un trabajo complicado, es un trabajo duro que requiere del esfuerzo y la implicación de todos y no desfallecer, jamás darse por vencido. Pero, es algo único, casi mágico, que realmente merece la pena, porque es el trabajo más importante del mundo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios