La declaración ante el tribunal que enjuicia el conocido como ‘caso Nóos’ en el polígono de Son Rossinyol del exdirector general de Deportes, José Luis ‘Pepote’ Ballester, significa el principio del fin del que hasta ahora es el caso de presunta corrupción más mediático de todos los conocidos hasta ahora, fundamentalmente por la presencia en el banquillo de la infanta Cristina de Borbón y su marido, Iñaki Urdangarín.
Tras años de investigación y de una instrucción no exenta de polémica, incluso de enfrentamiento entre el fiscal del caso y del juez instructor, todo está ya en manos del tribunal. Con la declaración inculpatoria de Ballester se dibuja una forma de gestionar los recursos públicos que se escapaba de todo control y del cumplimiento de los requisitos que establece la Ley para la contratación pública. El famoso “hágase” era lo realmente importante. Las cosas parecen haber cambiado desde entonces, afortunadamente.
Muchos de los acusados ya han llegado a acuerdos con la acusación pública, motivo por el cual reconocerán los hechos a cambio de obtener determinados beneficios como atenuantes y ver así reducidas sus condenas. El ‘caso Nóos’ será aún foco informativo hasta el mes de junio, pero el final ha comenzado.
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