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Los carnavales de Canarias

Por José Luis Azzollini García
lunes 24 de febrero de 2025, 10:39h

Cuando se habla de Carnaval, al menos en Tenerife, se usa el modo singular; todo lo más, se deja caer la posibilidad de que el grande comparta -a distintos niveles- protagonismo con el de la otra isla hermana. ¿Es eso correcto? Yo, buscando, me he tropezado con bastantes más fiestas carnestolendas que las que venimos a definir como el “mejor carnaval del mundo”. Para que los Carnavales de Canarias llegaran al importante nivel que tiene en este momento, tuvo que pasar por un disfraz -nunca mejor dicho- al que se le dio el nombre de “Fiestas de Invierno”. Razones de peso, obligaban a disimular su verdadero y normal nombre. Se cuenta que en aquellos años de mucho rigor por parte de un buen número de “meapilas”, que se consideraban más eclesiásticos que el propio Clero Romano, se llevaba muy a rajatabla lo de celebrar “la fiesta de la carne”; y con la cara tapada, menos. Sin embargo, la gente salía aunque le costara, como le pasó a más de uno, el pasar la noche en chirona. Tuve un profesor de filosofía en COU, Don Cristóbal, que nos comentaba que el año que lo trancó “la chivata”[1], fue uno de los mejores carnavales de su vida. En dicho furgón, la policía iba recogiendo a todas las “mascaritas” por las calles y las llevaba, primero a la comisaría y cuando ese recinto se llenó, comenzaron a llevar a la gente a la Plaza de Toros. Al cabo de un buen rato recogiendo a gente disfrazadas por aquí y por allá, dicho recinto se iba llenando de gente con muchas ganas de juerga. Muchos pedían entrar de forma voluntaria para no perder la oportunidad de disfrutar de ese carnaval. Está claro que para el pueblo chicharrero, lo de esta fiesta, no era una casualidad ni algo pasajero. De tal tamaño era la intencionalidad de esta parte del pueblo canario, que un obispo de la época, intercedió ante las autoridades civiles, militares y policiales para que no se le hurtara esas fechas al pueblo de Santa Cruz de Tenerife. Así se modificó el nombre de las fiestas, pasando, como he anotado, a llamarse “Fiestas de Invierno”. De esa forma tan edulcorada, se mantuvo la tradición carnavalera de Tenerife, hasta estos días, en los que ya nos llega como “Carnaval de Tenerife”.

Desde la isla picuda, hemos considerado durante bastante tiempo, tal vez de forma algo provinciana, que nuestros carnavales, no es que sean los segundos mejores del mundo -por alguna extraña razón, solemos colocarnos detrás de los de Brasil-, sino, además, son únicos. ¿Únicos de qué, nene? Tenemos unas cifras de participación popular magníficas, y una seguridad y buen talante muy significativos, pero ¿Nadie más tiene esas cifras? En otros carnavales, las estadísticas nos darían la razón, pero no nos situarían en una posición de “únicos” Todo lo más, nuestro carnaval sería diferente. En cualquier caso, estamos en las fiestas chicharreras por excelencia y quien desee perdérsela, allá con su decisión; y, quien no pueda llegar, que lo intente en el siguiente año.

Pero este artículo, no puede hablar exclusivamente de Tenerife, al tratar el tema carnavalero. Para empezar, en nuestra Comunidad, los Carnavales han ido recuperándose a una velocidad bastante importante. No podemos olvidar que, en la isla hermana de Gran Canaria, se celebra un carnaval que ya anda solito -empezó de la mano de algunos grupos de Tenerife-. Tan solito va, que su elección de “Drag-queen”, ya se ha hecho un lugar importante, dentro de esa isla y han conseguido exportar la idea a otras, donde no existía esta modalidad. En Santa Cruz de Tenerife -epicentro del carnaval canario- se elige a las reinas de la fiesta y eso también se hacía en el Puerto de La Cruz, donde ahora han visto una posibilidad de recuperación de un carnaval venido a menos, adoptando la elección de su “Drag”. Aunque, insisto, esa innovación le corresponde a la isla de Gran Canaria y felicidades por el éxito.

Como digo, no solo es en estas dos islas capitalinas, donde se llevan a cabo las fiestas de don carnal. Ni muchísimo menos. En cada uno de los rincones de nuestra geografía archipielágica, se desarrollan carnavales que con su mayor o menor protagonismo, van calando en su población, hasta el punto de constituir hoy por hoy un acto cultural más por el que luchar para que no se vuelva a perder.

Así, tenemos la isla de Lanzarote, donde no se verán lentejuelas ni fantásticos trajes con sus correspondientes ruedas para moverlos; pero lo que si se podrá disfrutar, es de las parrandas con los “buches”. Esta modalidad de celebración de un carnaval, sí que es absolutamente original y única… al menos en Canarias. Desde hace ya algunos años, también con sus batucadas que harán que los pies se muevan de una forma absolutamente independiente del resto del cuerpo. Si, además, se mueven por la isla en estas fechas, podrán admirar el gran trabajo artesano, que se desarrolla para sacar a lucir los “diabletes” en Teguise.

En los carnavales de Fuerteventura, sí que se verán ruedas: las que moverán los “Arretrancos” y los “Achipencos”, artilugios creados desde la imaginación de su gente y con los que recorrerán sus calles y/o tratarán de “navegar”.

En la isla de El Hierro, también se lleva a cabo una manera muy particular de disfrutar de estas fiestas. Allí tiran de un disfraz con el que te perseguirán y tiznarán tu rostro en cuanto te descuides un poco. Se trata de la fiesta de “Los Carneros” de Tigaday (Frontera-El Hierro): Adultos disfrazados con pieles peludas y cabeza de dicho animal. Otra oportunidad de disfrutar de algo también único.

En la verde isla de La Palma, sus carnavales están llenos de eventos absolutamente originales, como es el “desfile de los embajadores”, o más recientemente, el “día de la peluca”, aunque lo más señalado, buscado y deseado del pueblo palmero y de la marabunta de gente que llega desde fuera, es el “día de los indianos”. Una jornada donde el polvo, los mojitos, el baile y el fabuloso ambientazo, se unen para homenajear a toda la gente que regresó de la migración a tierras cubanas -entre quien se contará con la negra Tomasa-. Apoteósica, pero no única; pues en la isla de La Gomera, también se lleva a cabo aunque menor dimensionada y con “polvos teñidos de añil”.

Estarán de acuerdo con quien suscribe, que cuando se habla de carnavales, deberemos ampliar el campo de visión. Y, precisamente, teniendo eso como premisa, tal vez llegue algún día en el que, desde las instancias políticas que tanto piensan en “modo carnavalero” para conquistar, convencer y recabar el voto de tanta mascarita, se considere el poner en marcha el “gran desfile de los carnavales de Canarias” a celebrar tras finalizar cada fecha carnavalera. Se podría empezar en la isla donde el germen se cuidó y después rotar cada año por las demás. Un gran coso donde cada isla o rincón, exponga al mundo, su versión del carnaval. ¡Eso sí sería único!

[1] Chivata.- Furgón de la policía nacional en los años del Régimen anterior a la Democracia, que servía para recoger a los detenidos y llevarlos a las dependencias policiales.

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