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Crisis, empleo y modelo de sociedad

sábado 01 de febrero de 2025, 07:00h

La situación económica de Canarias ofrece indicios como para pensar que las cosa van bien. El número de personas empleadas, los datos sobre el paro, la ocupación y el incremento del gasto turístico, las entradas y salidas por nuestros aeropuertos, los niveles de consumo o, simplemente, el ambiente que se respira… Todo parece indicar que la economía marcha. ¿Espejismo o realidad?

La medicina recetada por la Unión Europea para superar la crisis que azotó al mundo entre 2020 y 2023, como consecuencia de la pandemia del COVID-19, nada tuvo que ver con la prescrita a raíz de la que nos había castigado con anterioridad, entre 2008 y 2014. De la más reciente se ha salido inyectando dinero al sistema, con una política económica expansiva, intentando proteger y sostener el sistema productivo y las personas. Por lo visto, las consecuencias de la aplicación de esta política justifican la salud que muestra ahora la economía y el empleo.

De la crisis acaecida entre 2008 y 2014 se salió con ajustes en el gasto público y recortes y restricciones en todos los servicios. Así, el resultado que dejó esa política económica impuesta por la Unión Europea a sus estados miembros fue un fuerte incremento del paro, desahucios, desamparo de las familias y destrucción de buena parte del tejido productivo. Por otra parte, el cerrojazo obligado al consumo durante los años de la pandemia generó un importante ahorro en el gasto de las familias, que, sin duda, ha sido la gasolina económica con la que todas las actividades vinculadas al ocio y al turismo se han beneficiado. De ahí el peso que tienen hoy en las Islas. Es innegable que la actividad económica y el empleo en el Archipiélago también se han visto favorecidos por las consecuencias de los conflictos bélicos que afectan al Este de Europa y Oriente Medio. La suma de todo influye en la buena salud que disfruta hoy la economía isleña, según los datos indicados.

Con todo, esta coyuntura favorable debería aprovecharse para abordar algunos asuntos que llevan camino de cronificarse, comprometiendo aún más nuestro futuro. Me refiero sobre todo a la ausencia de mano de obra. Empresarios de la construcción, los transportes, el turismo, la agricultura, el comercio o la restauración, solo por citar algunos ejemplos, siguen quejándose de que no encuentran quién quiera trabajar. Aunque pasamos por unos momentos dulces en cuanto a la empleabilidad, no debemos perder de vista que Canarias tiene más del 12% de personas desempleadas, habiéndose cerrado diciembre con 156.344 personas en las listas del paro. De modo que algo está pasando cuando las ofertas abarcan a todos los sectores productivos y en todos hallamos una misma respuesta: no encontramos trabajadores. Merece la pena profundizar en un estudio riguroso que aporte datos sobre las causas que justifican esta situación. Quizá haya que volcar más los esfuerzos en implementar medidas que estimulen el empleo e incrementar los controles sobre quienes renuncien abiertamente al trabajo. Está en juego el modelo de sociedad que vamos a dejarle a las nuevas generaciones de canarios.

Desde luego, la solución no está en seguir importando mano de obra foránea, algo que choca abiertamente con el modelo sostenible cada día más reivindicado por quienes aquí vivimos. La llegada de más personas para trabajar en las Islas implica más coches en nuestras carreteras, más sobrecarga de los servicios públicos, más presión sobre el consumo de territorio o más demanda de viviendas, entre otras consecuencias. Es el momento de empezar a ser coherentes con lo que predicamos y lo que hacemos.

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