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Breves consejos para jóvenes solteros con ganas de follar

Por José Manuel Barquero
domingo 26 de enero de 2025, 08:00h

Es conocida la vergonzosa tasa de paro juvenil en España, que dobla prácticamente la media europea. Por desgracia, tener un trabajo tampoco garantiza a nuestros jóvenes el inicio de un proyecto de vida independiente. Abuelos y padres somos conscientes de los paupérrimos salarios que reciben los hijos cuado se incorporan al mercado laboral. Al margen de su cualificación, la mayoría cobra una miseria que les impide el acceso a una vivienda digna. Todo esto es bien sabido, pero poco se habla de lo complicado que se les puede poner en el futuro practicar sexo, especialmente a los que no tienen pareja estable.

Hace unos meses la actriz Elisa Mouliaá denunció por agresión sexual al exdiputado Iñigo Errejón por unos hechos ocurridos en 2021. Aquella noche, la joven quedó tan traumatizada que una semana después invitó al presunto agresor a un concierto de Silvio Rodríguez. Está todo escrito sobre las incongruencias del relato de la denunciante sobre el comportamiento ciertamente impresentable de Errejón. Sucede que lo delictivo siempre es impresentable, pero lo impresentable no siempre es delictivo. A esta conclusión son capaces de llegar millones de adultos que no son catedráticos de derecho penal, ni juezas de la Audiencia Nacional, ni fiscales de sala contra la violencia sobre la mujer. El ciudadano medio puede entender que una de las funciones de la jurisdicción penal es “ajustar cuentas”, pero no cualquier tipo de cuentas.

No comparten esta opinión los que otorgan credibilidad absoluta a la mujer denunciante precisamente por eso, por ser mujer denunciante. El juez que instruye el caso ha interrogado esta semana con dureza a Elisa Mouliaá, y también a Errejón, demostrando sin tapujos su escepticismo a la hora de interpretar los hechos como una agresión sexual. Es cierto que podía haber disimulado un poco más, pero cualquier profesional del derecho sabe que estas situaciones se producen cada día en los juzgados cuando se acude a ellos de manera temeraria. La diferencia está en que, normalmente, los videos de los interrogatorios no se viralizan.

Tras hacerse públicas las declaraciones de Mouliaá y Errejón, la eurodiputada Irene Montero ha dicho que “solo sí es sí significa que es él quien debe asegurarse de que hay consentimiento”. O sea, que ya no basta el consentimiento de toda la vida, ahora el hombre debe “asegurarse” de que existe. Seamos honestos, lo que en realidad está reclamando la exministra Montero es otra vuelta de tuerca: el hombre debe asegurarse que en el futuro no existirá arrepentimiento. Así las cosas, follar comienza a complicarse muchísimo.

Nótese que la actriz en ningún momento afirma que el tarugo de Errejón le prometiera una relación estable, hacerse cargo de su hija recién nacida, o una serie en TVE. Es decir, no le mintió. De su relato, y del de Errejón, queda claro que este último sólo quería tirársela de mala manera, pero ella se veía capaz de reconducir la historia hacia algo serio, bonito, romántico. No fue así, y Mouliaá pretende que un comportamiento bochornoso tenga efectos penales.

A punto de cumplir los cincuenta y cinco, de momento no advierto problemas serios relacionados con mis niveles de testosterona. Sin embargo, cada mañana agradezco a Dios que esos niveles no sean los mismos que hace treinta años. Con los parámetros de la nueva masculinidad que trata de imponer esta izquierda radical y puritana, cada vez que mantuve relaciones sexuales esporádicas debería haber considerado a aquella mujer una débil mental. Debería haberme hecho cargo de las consecuencias de mi deseo sobre un ser por definición más frágil que yo, emocionalmente más vulnerable, incapaz de aceptar las consecuencias de acostarse con otro adulto que no la estaba engañando.

A mi hija, que va a cumplir veinticinco años, hace tiempo que le expliqué la importancia de responsabilizarse de los propios actos, y sobre todo de respetarse a sí misma. Esto último implica no tardar más de diez minutos en alejarse de zopencos como Errejón. Pero al hijo que no tuve tendría que ilustrarle mucho más. No bastaría con dejar claras sus intenciones a esa chica que le atrae, incluso aunque esas intenciones no estén claras, y uno no sepa hasta dónde puede llegar la relación.

Le diría a mi hijo que, por ejemplo, si invita a una chica a ese apartamento que aún no puede permitirse, y la chica al entrar ve un estantería con miles de libros, le aclare de inmediato que él no es un intelectual. Si la chica le comenta que ha leído alguna columna suya en prensa, y que le ha encantado, le debería advertir que él es un simple juntaletras de provincias, no el sucesor de Javier Marías. Si le ha visto en fotos encaramado en alguna montaña, le debería explicar que eso es algo al alcance de muchos, y que él no es un Edmund Hillary local. Cualquier cosa con tal de que ella no se haga ilusiones, y él no acabe declarando en un juzgado.

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