Un año más, la Feria Internacional de Turismo (FITUR), que tiene como sede
Madrid, ha sido el escaparate para que los entes públicos y privados de todos
los continentes, países, autonomías y entes locales exhiban su oferta a los
millones de personas que hacen turismo, en todo el planeta.
Superados los efectos perversos de la pandemia, desde 2023 no solo se
recuperaron las cifras de 2019, año prepandémico, sino que el crecimiento
sigue al alza y, lo que es más importante, el dinero que dejan los visitantes es
cada vez mayor.
En España, el volumen de visitantes llegó el pasado año a los 94 millones de
turistas, que gastaron 126.000 millones de euros, un 16% más que en 2023.
Los pronósticos para 2025 apuntan a un nuevo incremento, aventurando la
llegada de alrededor de 100 millones de turistas.
Por lo que se refiere al movimiento en nuestras Islas, hemos superado los 18
millones de visitantes y eso nos coloca en una posición envidiable. Estamos
batiendo récords y, lo que es más importante, generando empleo. A día de hoy,
se puede afirmar que quien desea trabajar en torno a este sector, tiene
posibilidades de hacerlo. Sin embargo, muchos bares, restaurantes, comercios
y alojamientos turísticos no encuentran mano de obra local. Los trabajadores
foráneos ralentizan su llegada por la dificultad que encuentran a la hora de
alquilar una vivienda.
Por ello, los agentes públicos y privados que operan en Canarias dentro de
este sector tendrían que haber aprovechado el escaparate de FITUR para
compatibilizar la autocomplacencia y la euforia, derivadas de los datos
indicados al comienzo, con una tabla reivindicativa que ayude a apuntalar la
competitividad de nuestro motor económico.
Esa tabla debe incluir una agenda canaria con el Estado, en la que sobresalgan
inversiones en aeropuertos, puertos y costas, además de un ‘Plan Renove’ de
la planta alojativa obsoleta y de determinados espacios públicos y privados de
nuestros núcleos turísticos.
Aeropuertos y puertos son la puerta de entrada y salida de las Islas. Entre los
primeros, los de Lanzarote y Tenerife Sur, que mueven alrededor de 20
millones de pasajeros al año, sobresalen por ofrecer una imagen muy diferente
a la que queremos brindar a quienes deciden visitar nuestra tierra.
La lucha para que Canarias participe en la gestión del conjunto aeroportuario
insular debe ser permanente y perseverante. Pero ello no obsta para que, con
carácter extraordinario y urgente, AENA actúe y programe inversiones en estas
infraestructuras, adecuando su funcionalidad y calidad a los 52 millones de
pasajeros que movieron el pasado año.
El Gobierno de España mantiene una deuda sobresaliente con Canarias, en
cuanto al apoyo decidido a un plan de mejora de los núcleos turísticos más
deteriorados. Lo mismo que en el pasado promovieron importantes planes de
apoyo a otros sectores estratégicos de la economía estatal, es hora de que
mire al Archipiélago y promueva una línea para reforzar la planta alojativa, igual
que de los espacios públicos y privados que pierden competitividad.
Por otra parte, Canarias debe plantear una política de tasas aéreas que ayuden
a la desestacionalización del turismo en las Islas. Es importante crecer sin
masificar las áreas turísticas. Hay que evitar el agobio que suponen las
grandes concentraciones de visitantes y que generan malestar en la población
local. La respuesta puede radicar en el impulso a una política que invite al
turista a venir a las Islas en los meses de menos ocupación.
En definitiva, el sector debe disfrutar del buen momento por el que está
atravesando, pero sin dejar de lado la necesidad de mejorar la oferta para
apuntalar la competitividad.