Toda la prensa se refiere al último sondeo como el CIS de Tezanos. Es lo mismo que hablar del PSOE de Sánchez. Adjudicar un nombre a una institución del Estado o a un partido político implica cierta singularidad que en nada se parece a la terminología empleada en fútbol cuando habla del Barcelona de Messi o el Madrid de Angeloti. Estas cosas no se deberían bautizar porque se trata de adjudicar una temporalidad a algo que, a todas luces, tiene que ser más duradero.
El CIS no seguirá siendo de Tezanos cuando éste se vaya, igual que el PSOE no será de Sánchez a partir de que deje de ser su Secretario General. Afortunadamente las instituciones democráticas seguirán existiendo después de que sus dirigentes desaparezcan. No ocurre lo mismo con las dictaduras porque Cuba seguirá siendo la de Fidel Castro y no la de Díaz Canel, al que nadie conoce. Lo mismo pasa en Venezuela, donde se sigue hablando del chavismo por más que Maduro esté haciendo de las suyas. Aquí seguimos hablando de la España de Franco 50 años después de haber desaparecido. Los dictadores se confunden a veces con sus émulos y tienden a mimetizarse sacando a pasear su recuerdo cada vez que pueden.
El CIS de Tezanos vuelve, como cada mes, a decirnos lo que todos sabemos que nos va a decir. El de enero coincide con unas declaraciones de Puigdemont donde anuncia romper su apoyo. Añade, solapadamente, que cuando un gobierno está en una situación como esa tiene que convocar elecciones. Nadie va a obligar a Sánchez a hacerlo, a pesar de que el CIS de Tezanos le diga que las va a ganar. Otra cosa es lo que diga o hizo Felipe González en 1966, que las adelantó pensando en que el deterioro por la falta de apoyos no le afectaba a él sino a todos los españoles.