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El Turismo frente al flexo investigador

Por José Luis Azzollini García
lunes 30 de diciembre de 2024, 10:54h

Llega el momento de despedir al año 2024 y prepararnos para la llegada del 2025. La actividad se acelera y en el mundo del Turismo, sector al que dediqué una buena porción de mi vida laboral, todo se dispone para tener los mejores menús, la cubertería, textiles y cristalería para que las mesas estén listas y que la clientela pase revista y se sienta agasajada por el personal de cada establecimiento. La dirección junto a sus responsables correspondientes, ya habrá tomado buena nota de los menús a ser elaborados en sus cocinas y servido por un personal que de forma coreográfica irán sirviendo entrantes, cremas, platos principales y espectaculares postres con formas imposibles de realizar en las casas particulares. Los clientes siempre suelen aplaudir esos momentos y el personal lo agradece.

En estas fechas en las que, como expongo, el pulso está más que acelerado, alguien se ha empeñado en llevar algo de desasosiego a los despachos de las direcciones de los hoteles, apartamentos, agencias y casas de coches de alquiler. El mundo de la política que debería ocuparse de facilitar las cosas a quienes contribuyen con los impuestos a pagar sus sueldos, asesores, dietas, traslados y algunas cosas más que desgraciadamente se están leyendo de una buena parte hasta ahora, ha dispuesto que al Turista, se la ha de recibir como si un contribuyente defraudador más se tratara.

En bastantes ocasiones, recuerdo haber pasado por recepción y pedirle a algún recepcionista que cambiara su actitud de “agente de aduanas” -de los antiguos agentes- por la de un verdadero anfitrión. Me molestaba sobremanera ver como en algunas ocasiones se recibía a quienes habían elegido nuestros establecimientos, entre un catálogo de posibilidades, para pasar su periodo de descanso y desconexión, de una forma poco amigable. Nunca entendí que cuando un turista se nos ponía frente a nosotros en una recepción, a su llegada o para preguntar algo durante su estancia, se le tratara como si fuéramos de aquellos antiguos funcionarios del “vuelva Usted mañana”. – Yo he sido correcto en el trato, me decían cuando les recriminaba su falta de cordialidad. ¿Eran cordiales? ¿Eran eficientes? He de afirmar que siempre tuve la suerte de estar arropado por un personal excelente. Pero en algunos casos tenía, como digo, que insistir en una simple sonrisa amable y nada forzada. En otras ocasiones y en más de una llegada, tuve que pedir que no se retrasaran mucho en hacer el “check in”, y que la ficha de policía y toma del resto de datos para configurar su ficha de cliente, fuera lo más rápida posible. Simplemente trataba de que se entendiera que aquellos clientes que llegaban, venían de hacer muchos kilómetros y consumido muchas horas hasta llegar a su destino. Aquellos huéspedes, lo único que querían era recoger su llave o tarjeta y comenzar a disfrutar de su descanso en su habitación.

Con la llegada de los ordenadores algo se adelantó, tanto en las llegadas como en las salidas y el proceso de atención de la clientela mejoró considerablemente. Sin duda, la mecanización del departamento de recepción y tras la llegada de las máquinas para recoger los datos para la ficha de policía, agilizó mucho la labor. Aun así, cuando se reciben grupo de turistas, siempre se tarda un poco más en conseguir gran fluidez en el proceso. Siempre recordaré a grandes profesionales que conseguían y luchaban porque esos tiempos fueran minimizados. Jefes de recepción como el Señor Martín en el H. Concordia, o Don José Antonio en el H. Nopal o la Srta. Marisa primero y Beatriz después en los Aptos. Atlántida, los vi siempre luchando por conseguir que, vinieran de forma individual o lo hicieran en grupo, su pase por la recepción sobre todo en las llegadas, fuera en el menor tiempo posible.

Pero ahora vienen los cabeza pensantes de nuestros gestores políticos y en virtud de mejorar los sistemas de seguridad -aún no he conseguido compaginar seguridad en la llegada de turistas con conocer su número de cuenta corriente, pero seguro que hay un buen motivo- deciden “mejorar” el decreto por el que se regía el proceso de control en las llegadas de los turistas. La reforma del Real Decreto Ley 933/2021, viene a complicar el recibimiento de nuestros turistas, a la llegada a los establecimientos turísticos o en una operación tan habitual como puede ser el alquiler de un vehículo. Como no era ya, lo suficientemente tedioso, el momento de la llegada para las partes actoras -turistas y empleados-… ¡Nos parió la abuela! ¡Y vaya parto!

He leído en www.canariasdiario.com unas palabras atribuidas al señor Escarrer, gran conocido en el mundo del turismo y hombre de gran prestigio, al que seguramente ni han consultado, que esta modificación puede suponer una duración de diez minutos por cliente en el momento de la llegada. Hágase la cuenta para un grupo de treinta personas y veremos la gran dimensión de este volquetazo que se ha dado desde el Gobierno al mundo del Turismo. ¿Desea complicarse más la situación?, hagamos los números con un grupo de la llamada tercera edad… ¿Cómo que le diga mi número de la cuenta corriente? ¿Los veinte? Pero… ¿Dónde me han hospedado? ¿En un hotel o en un banco? ¿Les quedé a deber dinero en algún momento de mi vida? No sé, créanme que me resulta del todo imposible describir esta situación que pasarán los operadores turísticos que sigan en activo. Yo, ya jubilado, no consigo ponerme en su lugar.

¿No era suficiente con la batería de preguntas a las que se sometía a la clientela -muchas de ellas defendibles por los temas de seguridad- como para seguir aumentando el cuestionario? Como suelo decir: ¿de verdad era necesario? Solo he podido estar conforme con la justificación del parentesco cuando se visita un establecimiento en compañía del algún menor. No podía ser suficiente con que se diera por sentado que se trataba de un hijo o hija. Debía ser demostrado con algún documento oficial. Hasta ahí llego: pero en unos establecimientos donde la Ley ampara que se pueda cobrar por adelantado, y donde, aún sin estar conforme con esta medida, se viene aceptando el dejar un número de tarjeta a modo de fianza, sigo sin entender la necesidad de dejar el número de la identificación bancaria de quien entra en nuestros hoteles. ¿Cómo es que no han incluido un análisis de sangre, orina o de heces para comprobar que quien nos visita, no padece alguna enfermedad infectocontagiosa? ¿Dónde quedan los criterios básicos que defiende la L.O.P.D? Son tantas las preguntas que me asaltan que se me acumula el trabajo en la cabeza. Y no debe ser extraño, pues se ha pasado de un cuestionario de catorce preguntas -que ya era a tener en cuenta-, a un total de cuarenta datos sobre los que indagar a quien se “atreva” a contratar un hotel o un coche de alquiler en nuestro País. No se me ha escapado lo del verbo atrever; es que me resulta difícil de entender este sin sentido. La única explicación para someter al turista a este tercer grado, radica en conocer más de quien se puede permitir el viajar. Si tiene dinero para viajar y alojarse en hoteles, también lo tendrá para pagar impuestos. ¡Confiese!

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