Es una manera de decir que estemos atento a lo importante, que centremos nuestra atención en lo fundamental. Dirigir o poner el foco en algo o en alguien es centrarnos discriminando las posibilidades de lo que se ve, del todo a lo importante. Porque cuando se dirige el foco ayudamos a otros a que dirijan la mirada. Cada vez es más importante que alguien encienda el foco, porque hay tantas luces y bombillas encendida en tantos medios, grandes o pequeños, que buscan atraer nuestra atención, que suele generar no poca confusión. Y no todo es igualmente importante, ni tiene la misma repercusión social ni personal. Y, en ocasiones, hay luces que buscan, de manera interesada, que dirijamos la mirada hacia un lugar. La propaganda comercial nos provoca que miremos hacia lo que pueda sernos útil y a ellos negocio. Dirigir la mirada hacia una necesidad más o menos real, pero siempre comercial.
Cuando la realidad se invisibiliza, es incluso más necesario que encendamos el foco. Hace aproximadamente un mes, en el aulario de Guajara, en la Universidad de La Laguna, se presentó la realidad del sinhogarismo en la isla de Tenerife. Es una de las realidades invisibles. Tal vez veamos en algún momento a alguien durmiendo en un cajero, pero ni imaginamos que alrededor de tres mil personas están en esta situación. Encender el foco en este tipo de situaciones es importante. En la época del nuevo testamento, en el Templo de Jerusalén, mucha gente entregaba limosnas; algunas suntuosas. Jesús les encendió el foco a los discípulos cuando una viuda pobre puso en el tesoro del templo unas monedillas. Hizo bien que dirigieran la mirada y valoraran de otra manera las cosas: nos dejarnos engañar por lo cuantitativo y no valoramos de igual modo la calidad de las acciones.
Si nos convirtiéramos verdaderamente en focos de realidad ganaríamos en humildad. Un foco es imposible que se alumbre así mismo. Su actitud es siempre hacia fuera, ad extra. Dirige la mirada delos a otros a lo otro distinto de sí. Es fantástico ser un foco de realidad.
Discriminar, seleccionar, distinguir, educar la mirada para entender con claridad la realidad que tenemos delante. Encender el foco para fijarnos bien y ayudar a otros a que dirijan su mirada en la dirección adecuada. Como ocurre con las indicaciones o señales de tráfico de carácter indicativas. No prohiben ni obligan, solo indican. Una información que encaja más en el ámbito del servicio y dean en libertad al informado. A eso se deben dedicar los padres y los maestros: encender el foco y señalar dónde están y cuáles son los valores. Mostrar lo que vale la pena y lo que vale la la vida para que crezca la persona que tenemos delante.
La tradición cristiana llama a esta labor de servicio solidario “corrección fraterna”. Una indicación sobre lo que se considera importante; un consejo de bien: un encender el foco para iluminar el camino de la otra persona. No se trata de obligar a andar por caminos propios, sino compartir la experiencia para que alguien pueda aprovechar la experiencia lograda. No es compatible ni con la pereza de servir al otro, ni con la obesión de no respetar otros caminos distintos. Pero encender el foco es lo que me toca a mí.