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Político con mayúsculas

sábado 23 de noviembre de 2024, 14:00h

En la hora del fallecimiento de José Miguel Pérez, todos los que tuvimos la
suerte de conocerle hemos coincidido en destacar su bonhomía. Es
absolutamente irrefutable la afabilidad, sencillez, bondad y honradez, tanto en
el carácter como en el comportamiento, que marcaron siempre sus pautas de
conducta.

Ese talante de José Miguel facilitaba el acuerdo y el entendimiento en todas las
facetas por las que condujo su vida. Fuera en el ámbito cotidiano, universitario,
intelectual o político, el diálogo y el respeto, que siempre practicó, favorecían el
encuentro.

Sus principios estuvieron, de manera permanente, por encima del puesto en el
que tenía que jugar. En la legislatura 2007-2011, desde la posición de fuerza
política más votada, lideró un acuerdo con Nueva Canaria para presidir el
Cabildo de Gran Canaria. A pesar de la fuerte personalidad de su
vicepresidente y líder de los nacionalistas, Román Rodríguez, el pacto funcionó
de principio a fin. La lealtad y la confianza primaron sobre los intereses del
partido.

El compromiso con su formación política y sus reconocidas habilidades
pactistas le auparon a la Secretaría General de los socialistas canarios en
diciembre del 2010. Desde ahí se catapultó a la candidatura a la Presidencia
del Gobierno autónomo en las elecciones de 2011.

Por entonces, la profunda crisis social y económica sucedida entre los años
2008 y 2014 desgastó al Gobierno de España que presidía José Luis
Rodríguez Zapatero. Las consecuencias fueron el adelanto de las elecciones
generales, que auparon a Mariano Rajoy a la Presidencia, con una aplastante
mayoría absoluta de 186 diputados, en diciembre de 2011.

Fue el mismo año que el Partido Popular volvía a gobernar España, después
de la salida de Aznar de La Moncloa, en marzo del 2004, cuando las elecciones
autonómicas dejaban abiertas en las Islas la posibilidad de pactos entre
Coalición Canaria, Partido Popular y Partido Socialista Canario. Nacionalistas y
populares habían empatado a 21 escaños, mientras que los socialistas
sumaban 15.

El PSC-PSOE había permanecido fuera del Gobierno de Canarias desde la
moción de censura a Jerónimo Saavedra, en marzo de 1993. Hacía, pues, 18
años que los socialistas no tocaban el poder en el Ejecutivo regional. Las
discrepancias, la desconfianza y las deslealtades en la relación con Coalición
Canaria favorecían los pactos, casi automáticos, entre los nacionalistas y el PP.

Al trauma que produjo en el PSC la moción de censura a Saavedra en 1993
siguió la frustración e indignación que supuso la ruptura del preacuerdo firmado por nacionalistas y socialistas, a raíz de las elecciones autonómicas y locales de 1995.

Como se recordará, bajo la amenaza de un posible acuerdo entre el PSC y el
PP para gobernar el Archipiélago, Coalición Canaria firmó en el Puerto de la
Cruz un preacuerdo con los socialistas que garantizaba la gobernabilidad de
las instituciones más representativas del Archipiélago. Una parte importante de
los nacionalistas mostró en el seno de la organización severas críticas a las
concesiones al PSC.

Así, el rechazo y el malestar en las filas de CC obligó a un replanteamiento de
la estrategia negociada con los socialistas. Todo pasaba por introducir en el
preacuerdo entre CC y PSOE una serie de cabildos y ayuntamiento, en los que
resultaba de obligado cumplimiento el respeto el pacto global. Caso contrario,
el preacuerdo quedaba sin efecto.

La estrategia funcionó a la perfección. Los socialistas no pudieron cumplir en
algunos de esos cabildos y ayuntamientos de obligado cumplimiento y
Coalición Canaria gobernó en solitario, hasta las generales de 1996. Los
líderes del PSC, Juan Carlos Alemán (secretario general) y Augusto Brito
(candidato a vicepresidente), entendieron como una deslealtad y una traición la
estrategia de Coalición Canaria.

Sin embargo, después de la salida de los socialistas del Gobierno de Canarias
18 años antes, el talante conciliador y dialogante de José Miguel Pérez
favoreció la vuelta de su partido, afrontando un periodo de duro trabajo para
atenuar el impacto de la crisis y de lucha en defensa de los intereses de los
canarios.

Puedo dar fe de que José Miguel fue un político con mayúsculas. Íntegro y
ejemplar.

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