Pensar en que García Page va a votar en contra de Pedro Sánchez es una vana y absurda ilusión que lleva escondida una alusión al transfuguismo. Lo mismo cabe pensar sobre las opiniones de Felipe González y otras figuras de la vieja guardia socialista. Todos estos son la garantía de que en el PSOE, a pesar de Sánchez y los cierres de filas, la democracia interna continúa existiendo. La percepción de los ciudadanos es la de que existe un bloque imposible de demoler que, sin embargo, está construido sobre la volatilidad de lo manifiestamente inconsistente. En esta paradoja vivimos, creyendo que los trapecistas trabajan sin red, cuando en la realidad están suspendidos de unos arneses invisibles que les avalan su seguridad.
Page es la garantía de Sánchez. No creo que sea él el que se inmole en el próximo congreso socialista, pero seguro que aparecerá algún anónimo para certificar que existe una oposición interna. Forma parte de un programa de regeneración democrática en donde la apariencia juega un papel importante. Habrá una purga y una remodelación, tanto dentro del Gobierno como en el partido, y rodarán cabezas sin que se hayan detectado deslealtades: solo porque conviene dar la imagen de un zafarrancho en profundidad que acabe con las sospechas de corrupciones y de ocultas conspiraciones.
Muchos irán a la hoguera para salvar a Juana de Arco, y algún premio les estará esperando allende las fronteras. No pasa nada, siempre ha ocurrido igual. Pero existe un riesgo, y es que la justicia impida que todos sean compensados y entonces pueden cantar la Parrala. No importa, la prensa los acallará y los hará pasar por protagonistas del resentimiento, y aquí paz y en el cielo gloria.
Bendodo ha dicho que habrá presupuestos y yo también lo creo, a pesar de que Bendodo tiene fama de ser el único judío tonto sobre el planeta. Yo creía que era Netanyahu, pero Bendodo es más. Aquí la única cuestión es cuál será la última exigencia que se traiga Santos Cerdán de Bruselas o de Suiza, cuál será el precio de los siete votos de Puigdemont. Alguien confía en que en Junts le rebanen el pescuezo, pero es un sueño de una noche de verano. Puigdemont seguirá vivo mientras ERC se quema en los brazos de Salvador Illa, que de salvador tiene lo que yo de bombero. Hay un encaje de bolillos en Cataluña. A Sánchez lo han votado los catalanes y las mujeres, eso dice Michavila, y es en Cataluña donde se resuelve el problema; lo demás está perdido. Por eso han ido todos al World in progress que ha organizado el grupo Prisa en Barcelona. Mientras el PP se reúne de urgencia en Génova para acordar presentar una querella, los discursos abundan en las ramblas haciendo ver que los tontos y los incapaces están todos en un lado del balancín que se escora irremisiblemente hacia el abismo del fracaso permanente.
Page no dejará tirado a Sánchez por mas que salgan portavoces clónicos a enumerar con los cinco dedos de la mano los problemas que afectan al país, siguiendo las recomendaciones de los asesores de imagen. Ya no queda otra que el juzgado no admita la querella anunciada por Cuca Gamarra y le habrán ahorrado al PSOE los esfuerzos para afianzar a legislatura. Anoche escuché al responsable popular en Castilla la Mancha decir que los socialistas habían votado a favor de soltar a los presos etarras antes de tiempo. Y ellos también. Lo peor de todo es haber perdido el rubor cuando se hace el ridículo. Sánchez pasará el calvario de Koldo, Ábalos y compañía, y dentro de unos días no le hará falta el y tú más, cuando saquen la cabeza de Zaplana en una pica de paseo por Madrid, como hicieron con el general López de Ochoa en el 36.
Si (
No(
