Dirán de Milei lo que quieran pero no se achanta para criticar la pérdida de libertades individuales que estamos sufriendo tras la agenda globalista y para denunciar los nocivos efectos de un Estado desmesuradamente grande.
Esta semana ha arreado una bofetada a la ONU en su propia sede que aún escuece.
Milei es un personaje que no deja indiferente. Sus detractores se cuentan por miles y le han dicho de todo: desde que se debe a grandes fondos de inversión estadounidenses que financiaron su campaña, hasta sionista encubierto por sus raíces judías. Milei dice que su abuelo le confesó de mayor que era judío.
Pero el calificativo que más le repiten es que es de extrema derecha y, por tanto, hay que temerle.
Quienes califican a Milei como ultraderechista desconocen lo que ello implica o simplemente emplean el Marketing a su favor. Recordemos que Pedro Sánchez está en el gobierno con una campaña basada en “frenar la extrema derecha”, después de la debacle del PSOE en las elecciones autonómicas de unos meses antes a las generales. Decir que tu oponente es de extrema derecha da resultados electorales.
Para arrojar luz en este tema, me baso en una disertación del profesor Juan Ramón Rallo que resume las características de la ultraderecha o extrema derecha y las compara con las políticas o filosofía de Milei.
Extrema derecha es sinónimo de ultranacionalismo, es decir, una corriente que a nivel político y administrativo se enfoca en la centralización del poder, o sea, en la concentración, restando presencia al individuo.
Para un ultraderechista es el Estado el ente que canaliza la voluntad del país y da forma al espíritu nacional.
Otro aspecto que diferencia a la extrema derecha es la xenofobia, es decir, el ataque a grupos de personas de supuesta inferioridad o las que supongan una amenaza a la nación, al estado o a la religión.
En el ámbito del comercio, la ultraderecha es proteccionista de sus empresas respecto a las extranjeras y aplican aranceles para proteger las locales, dificultando la importación de productos o materias primas.
Las políticas de Milei no están centradas en la nación sino en el individuo. Milei es un gran defensor del liberalismo, centrado en el respeto al individuo. El liberalismo es, según el presidente argentino, el respeto al proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión, defendiendo el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.
Milei tampoco se ha mostrado xenófobo ni está en contra de la inmigración. Haciendo suyas las ideas de Milton Friedman, Milei reconoce que nuestros antepasados han sido inmigrantes. Sí se muestra contrario a aquellos inmigrantes que delinquen o se aprovechan de los incentivos perversos del estado del bienestar. Pero lo mismo con los locales.
Milei tampoco es proteccionista sino que cree en la libertad de comercio con otros países como elemento que genera cordialidad entre los países. No te peleas con quien comercias. El mercado es un proceso de cooperación internacional.
Como buen anarcocapitalista que es, Milei aborrece del Estado. Según dice el excéntrico presidente, el Estado es peor que una mafia que tiene el monopolio de la violencia y el monopolio de la emisión monetaria. Además, se financia de impuestos que es una actividad coactiva, es decir, un robo. Dice que, al vivir de un robo, los políticos son ladrones.
La ideología de Javier Milei no casa con la de alguien de extrema derecha. Lo siento por los trolls.
Hechas estas aclaraciones, vamos a su primer discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU).
Milei ha afirmado desde el atril que, tras haber realizado una gran labor a favor de la paz mundial en sus primeras décadas de andadura desde que acabara la Segunda Guerra Mundial, la ONU se ha salido del camino. Sus políticas han dado un peligroso giro, promoviendo políticas colectivistas (socialistas) cuyo exponente es la Agenda 2030.
Esta Agenda es calificada por Milei como un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver problemas con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados Nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas.
Respecto a una de las más clamorosas violaciones de la libertad individual de los últimos años, Milei critica las cuarentenas a nivel global acontecidas durante el año 2020, las cuales deberían ser consideradas como un delito de lesa humanidad.
Recordemos que en España el Tribunal Constitucional fue declarado ilegal. No solo se hundieron empresas y economías familiares sino que el tiempo dirá cómo ha dañado a la salud mental de los ciudadanos, en especial al retraso madurativo y en el habla de los niños que veían como no podían salir a la calle, al contrario que los perros. Vimos cómo nuestras casas se convirtieron en cárceles o cómo nuestros mayores se morían en soledad y, una vez muertos, no podían ser velados. Hay gente que aún no ha superado no poder despedirse de sus mayores. Pero aquí nadie ha pedido perdón.
Volvamos al discurso de Milei. En el plano económico, afirma que la ONU ha promovido políticas colectivistas (socialistas) que atentan contra el crecimiento económico, violentan los derechos de propiedad y entorpecen el proceso económico natural.
Mientras tanto aquí en España tenemos un presidente que se hace fuerte apelando al miedo a la extrema derecha.
Mientras Milei va desregulando, como ha hecho con el mercado del alquiler en el que ha disparado la oferta de viviendas en un 200% y ha provocado la bajada de precios en un 20%, aquí regulamos cada vez más, abusando del decreto ley que es más rápido y no necesita pasar por el trámite parlamentario.
Pedro Sánchez es el presidente de la democracia que más emplea esta figura jurídica, pensada para asuntos de urgencia.
Aquí en España estamos lejos de llegue un Milei o un presidente liberal, libertario o anarcocapitalista. Por el contrario, vamos engrosando el tamaño del Estado con mayor regulación y clientelismo.
Los colectivos que reciben subvenciones, ayudas y pensiones tienen mucho peso y no van a permitir que venga el Milei de turno a recortar el gasto público. Ya pagarán la factura los demás con sus impuestos o, si no, tiraremos de deuda que pagaremos nosotros o nuestros hijos en el futuro.
Sánchez es un prestidigitador que ha garantizado su perpetuación en el poder con las pagas a varios colectivos de los que ha hecho una red clientelar.
Nunca apoyarían la entrada de un Milei a España los colectivos de pensionistas, inmigrantes, funcionarios o empleados públicos que vieran como el candidato a presidente trajera en la agenda económica el adelgazamiento del sector público.
Todos ellos viven de los ingresos públicos y se entiende su postura porque tampoco tienen alicientes para un cambio. Pero todos olvidan o simplemente ignoran que, el gasto público se financia con mayor subida de impuestos y, cuando ya está estrujada la clase media o media baja, se recurrirá a un mayor endeudamiento del gobierno.
Deberían saber estos colectivos que, a mayor deuda, mayor es el deterioro del valor de la moneda y mayor el empobrecimiento de los ciudadanos, incluido ellos. Así empezó la decadencia de Argentina, un país en el que cada vez más ciudadanos vivían de las “pagas” del Estado porque el exceso de moneda, basada en deuda, diluyó el valor de lo que tenían y los volvió pobres.
Según el informe de Goldman Sachs titulado “El camino hacia 2075: tamaño y oportunidades del mercado de capitales”, España era décima potencia mundial en 1980, según volumen del PIB. ¿Saben quién superaba a España ese 1980? Argentina estaba por delante de España en la novena posición.
El año 2000, España pasó a ser la undécima potencia mundial y Argentina ni aparecía entre las 15 primeras.
En 2022, España bajó al puesto 15 y la previsión para las próximas décadas es catastrófica.
Los números no engañan y marcan una tendencia clara. Argentina ha ido más rápido, pero España va siguiendo sus pasos.
Cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Si no hacemos nada y seguimos con la senda de engrosar el Estado, estamos condenados a seguir los pasos de Argentina.