Ya se conocen las líneas maestras del Plan de Acción Democrática, tendremos que esperar a fin de año para saber su contenido completo, que afecta a varios ministerios. Se habla de modificar el código penal para favorecer la libertad de expresión. Esta parece ser una exigencia para proteger a algunos raperos, pero, por la parte que me toca, me alegro, aunque siempre he procurado ser respetuoso con las formas.
Me parece bien que se proteja a la opinión, que no se reduzca a la máquina del fango y otros asuntos locales, ni que todo provenga del periodo de reflexión que se tomó el presidente para decidir si se iba o se quedaba. La calidad democrática no es un problema de los medios de comunicación, la calidad democrática afecta al comportamiento de los políticos y a sus declaraciones e iniciativas, pero esto, claro está, no puede ser regulado por ley, va implícito en su compromiso ideológico y, sobre todo, en el juramento o promesa que hacen al tomar posesión de sus cargos para el respeto de la Constitución.
Se anuncia la creación de una comisión para vigilar el comportamiento de los medios de comunicación, y esto huele a un órgano censor que ya causó críticas la primera vez que se propuso. Yo creo que en este plan faltan algunas iniciativas de rectificación por parte del Ejecutivo en cuanto a su forma de desarrollar su labor de gobierno. Hay algunos déficits democráticos denunciados por los medios de comunicación en su labor constructiva de ejercer de control a las actuaciones políticas. Ahí es donde debe estar la auténtica regeneración. Por ejemplo, en no hacer lo contrario de lo que se promete en campaña, en no perseguir y acosar a quienes no son de la cuerda, como ocurre con Canarias y su problema de inmigración, o en no declarar sin sonrojo que se va a gobernar sin el concurso del poder Legislativo.
Esto sería recomendable para conseguir una mejor calidad democrática, en lugar de establecer medidas coercitivas contra aquellos que se atrevan a contradecir las actuaciones que se proponen o a denunciar situaciones incómodas para los que ejercen el poder. De cualquier forma tomaré lo que tiene de positivo lo expuesto por el señor Bolaños. En lo otro ya sé que no está autorizado para hacer comentario, aunque supongo que lo que se expone sobre libertad de expresión incluye que yo pueda seguir diciendo estas cosas que digo.
Tengo alguna experiencia en lo referente a prensa. En los primeros años de la democracia ejercí como Secretario de Información del órgano preautonómico. Estábamos creando los órganos de gobierno que se amoldaran a los recién estrenados principios constitucionales. Aquellos primeros años, en los que tuve una intensa actividad política, tuvimos que armar una nueva estructura que, en mi caso, culminó con la creación de una Gerencia de Urbanismo en mi municipio, que no es de las peores que funcionan en España. Algo sé de estas cosas. Por tanto estoy autorizado a decir que, de un tiempo a esta parte, he notado un deterioro en el proceso democrático, que seguramente coincide con un desgaste político a nivel global. Por eso considero necesario que se tomen medidas de protección sobre nuestro sistema, pero no provocadas por una persecución judicial sino porque surgen sinceramente de una profunda reflexión sobre el deterioro de las formas y de las actuaciones.
Por ejemplo, no se puede basar una regeneración en una reacción a la llamada máquina del fango, porque, en democracia, la máquina del fango, igual que la de fabricar helados de vainilla, también tiene derecho a existir.