Ante el desprecio y abandono con que el Gobierno de España viene tratando a
Canarias, apuntábamos la semana pasada que las dependencias de la
Administración General del Estado pueden ser lugares dignos para albergar a
los menores no acompañados llegados a las Islas, que hoy desbordan la
capacidad de los más de ochenta centros de acogida habilitados por el
Gobierno de Canarias.
Nos referimos a lugares como las dependencias militares existentes en todo el
Archipiélago, las sedes de las delegaciones del Gobierno de España en cada
Isla o las del Ministerio de Hacienda y la Seguridad Social y los edificios de
Correos y el Banco de España, por citar solo algunos ejemplos.
Insistimos en la idea porque la tensión y la atención al gravísimo problema
migratorio que sufre Canarias le ha durado al Gobierno de España el tiempo
que tardó en rechazarse la proposición de Ley presentada por PSOE, Sumar y
CC en el Congreso de los Diputados. Ni más ni menos.
Bastaría una foto de todas las dependencias estatales en el Archipiélago
repletas de menores no acompañados llegados por mar para apreciar, con
absoluta, precisión, el desprecio y la insolidaridad con la que el Gobierno de
España, las instituciones estatales y los partidos políticos españoles están
tratando a Canarias.
¿Cuál es nuestro futuro? ¿Hacia dónde caminamos? España desprotege
nuestras costas y se acrecienta la sensación de un desamparo absoluto. No
lideramos con convicción, junto a la Unión Europea, un plan de cooperación y
desarrollo con los países occidentales de África. Renunciamos a las patrulleras
conjuntas que desplegábamos en aguas de Marruecos, Senegal y Mauritania,
con la cooperación de las Fuerzas de Seguridad españolas y de los países
citados. No implicamos a Europa en el control del tráfico de personas en el
Atlántico Medio. Y, además, España tampoco se implica en impulsar con
determinación medidas que permitan que todos esos menores reciban un trato
humanitario.
La gravedad de la crisis migratoria que sufren las Islas ha empujado al
Gobierno de Canarias a colocar el asunto de los menores no acompañados en
lo más alto de la agenda. Acertadamente, el presidente Clavijo y su gobierno
han escogido el “modo canario”, basado en el diálogo y el raciocinio, para
intentar que el Gobierno de España, el Parlamento español y los partidos
políticos estatales acaben por entendernos.
Hasta ahora, la respuesta pragmática que se recibe de unos y otros es
políticamente correcta, pero carente de compromisos serios y soluciones.
Los canarios, y quienes viven en las Islas haciendo suyas nuestras esperanzas
e inquietudes, debemos prepararnos para responder socialmente al desprecio,
abandono y desdén con que nos trata la Metrópoli.
La democracia, la descentralización del Estado y el fortalecimiento de nuestro
autogobierno ayudaron a que creciera nuestra autoestima y superásemos la
percepción del trato colonial que nos daba el Estado español.
Solo cuando los canarios hemos sido decisivos para decidir en España, nos
han respetado. La tentación de los gobiernos estatales a tratarnos como una
colonia se reproduce cuando se confrontan intereses peninsulares y canarios.
Ocurrió con las prospecciones petrolíferas y está ocurriendo ahora con la
atención a los menores no acompañados.
El presidente Pedro Sánchez compareció esta semana para hacer balance de
la acción de su gobierno sin que pronunciara una sola palabra acerca del
problema migratorio que sufre Canarias. Ni una mención a la solidaridad con
nuestras Islas. Ni una palabra sobre la catástrofe humanitaria que se vive en el
Atlántico Medio. Sobran comentarios sobre lo que le importamos al Gobierno
español.