Recuerdo esta película producida por la Paramount Pictures, con la dirección de Robert Zemeckis y guion de Eric Roth, con agrado. ¡Un peliculón! Me gustó sobremanera ver como un chiquillo que había nacido para ser un miembro activo de los Servicio Sociales de cualquier país del mundo donde exista ese tipo de atención, se convertía por efecto de su espontaneidad y ocurrencias en un líder nato. Recuerdo la escena que protagonizó Tom Hanks cuando, saliendo de su casa, echó a correr como si no hubiera un mañana. La prensa se hizo eco de tal hazaña y poco a poco se le fue uniendo una estela de seguidores que ni sabían, muchos de ellos, el motivo por el que aquel joven se había echado a correr. Sin pretenderlo, se había convertido en un “influencer”.
He buscado en el diccionario de la RAE de la Lengua -suelo hacerlo con frecuencia- y en sus páginas he encontrado un hilo a seguir. Para empezar, nuestro gran diccionario no ha incluido aún la palabrita anglosajona entre su listado. Pero sí que existe un verbo que deja claro de qué va la cosa: Influir. Y, nos ofrece varias definiciones, según se trata de cosa o de persona. Si hablamos de lo primero, se anota: ”producir sobre otra ciertos efectos; como el hierro sobre una aguja imantada, o la luz sobre la vegetación”. Pero si nos referimos a personas y es justo de lo que trata este artículo, entonces, hablaríamos de “persona que ejerce una fuerza moral o predominio”. ¡Potente respuesta!
En el caso de la película que he mencionado, el mismo Forrest, se asombraba y hasta no alcanzaba a entender que él pudiera estar provocando aquel seguimiento a su cabalgada. No tuvo intención, luego no fue una estrategia pensada para captar a nadie y mucho menos para organizar toda su vida laboral en el campo de liderazgo borreguil que parece estar surgiendo en la actualidad.
Chiquillas y chiquillos, se autodefinen como “influencers” y en torno a esa palabreja, están construyendo su mundo laboral. Los hay de todos los colores y en todas las ramas de la producción. Bueno en todas, donde pueda existir una masa sin un horizonte cercano ni aparente preparación académica lo suficientemente arraigada en su cerebro como para impedir que nadie tome decisiones por ellos o ellas mismas. Mucha de esta chiquillada y de otra, no tan imberbe, ha decidido que otras personas les organicen su futuro; o les digan lo que se han de poner para salir a la calle; o a que fiesta es mejor asistir porque estarán más en la “onda”. Parece que algunos de estos “enajenadores” de conducta ajena, han alcanzado tal nivel económico que han decidido establecer su domicilio fuera de las fronteras españolas para -según he escuchado en las noticias- evitar una sangría económica a la hora de pagar sus impuestos. Esto es muy curioso porque precisamente la gente que les siguen, se quedan a vivir en España y llegará un momento que encontrarán algún trabajo y tendrán que hacer sus declaraciones de Hacienda, y… ¿Dónde la pagarán? Por supuesto en el país donde viven. En el mismo país desde donde seguirán, cual autómatas, lo que algunos de estos nuevos señores feudales decidan que se ha de poner, hacer o decir. En definitiva, todo aquello que la actividad del “influencer” les propongan.
Cuando uno era joven, se revelaba con todo lo que nuestros mayores nos recomendaban. Estábamos en aquella edad de rebeldía que no admitía consejos de nadie. Si nuestros padres lo hubieran sabido, seguramente, hubieran inventado las técnicas de este “grupi” de gente muy lista que todo lo sabe y además sabe cómo hacer las cosas.
La Santa Iglesia es un ejemplo de empuje de influencia. Desde ella, se nos dice lo que debemos hacer para ser buenas personas. Se nos prohíben ciertos hábitos pero se nos deja a nuestro criterio el cumplir sus preceptos. Sin embargo, si hay un entorno, además del familiar, donde menos caso se haga a lo que desde su entorno se propone, aconseja o dice, es precisamente esta Entidad religiosa. Sin embargo si dentro de ella, saliera un “influencer” que ofrezca los mismos preceptos, pero con la jerga que ellos usan; entonces la cosa cambiaría.
Para que lo entendamos mejor, hay que ponerse al día y así descubriremos que existe una familia completa que se adscriben al concepto global de la influencia. En este caso sí que funciona el ejemplo aportado en la definición del concepto influir como “cosa”: el hierro que atrae al imán. La juventud sería el elemento al que atraen; y los atrayentes serían un conjunto que vienen definidos por el lenguaje anglosajón de las redes sociales: “youtubers”, “tiktokers” o “instagramers”, entre, otros muchos. Cada uno de ellos, dependiendo, obviamente de la red social que se use para la conexión y aducción. Es muy curioso todo lo que rodea a este campo. Por destacar algo, he leído que tienen su propio lenguaje y que además se han introducido tantísimo entre nuestra juventud que hasta agencias importantes del marketing como pueda serlo “Samy Road” , han elaborado un diccionario del que yo he seleccionado algunas palabras que me han llamado la atención de un total de veinte que esta agencia ha estudiado.
Una que he escuchado y que he encontrado en ese listado es “Crush” que viene a ser como se denomina a una persona que te encanta o incluso que te enamora. Así que si te dicen eso no es que te estén pidiendo una bebida refrescante, sino que le gustas a quien te lo dice. Sin embargo si te hacen mención a “DIY” se estará hablando de cosas que puedes hace por ti mismo -sea lo que sea- y la palabrita viene, como no podía ser de otra manera de la frase inglesa: ”Do it yourself”. Un hágalo Usted mismo de toda la vida. Un “dupe” sería la versión económica de un producto o, no se lo pierdan, un cosmético. Se intuye claramente a quien va dirigida. Un “Fee” es el caché de un perfil en redes sociales, por si interesa saber lo que puedes llegar a cobrar si te conviertes en un ser que puede llegar a influenciar en los demás. Si deseas ver el trabajo que estos trabajadores de conciencias han hecho para adherirte, te mostrarán su “Lookbook” que es lo que las/os modelos, artistas y demás profesionales de mundo del arte y la cultura muestran cada vez que desean que se les tenga en cuenta para algún trabajo. Ninguna de estas personas se esconde, no tienen motivo para ello; al fin y al cabo, lo que ellos hacen o dicen no es más dar cobertura a una juventud que por alguna razón perdió sus ganas de buscar, por ellos mismos, su futuro. Tan poco se atrincheran, que muchos tienen su “Q&A” que, una vez más, el idioma de Shakespeare nos resuelve la duda: Questions & Answers o preguntas y respuestas. Muchos de los “hierros” que son atraídos por estos “imanes”, tienen familia. Hermanos mayores y hasta amistades que no han sido abducidos. Pero, aun así, prefieren dejarse llevar por gente desconocida cuyo único objetivo, es el enriquecimiento personal a costa de la debilidad de otros semejantes.
¡Cuánto daríamos hoy para que, Forrest G., no hubiera salido corriendo!