Hace nueve días las jugadoras de la selección española femenina de fútbol consiguieron una hazaña formidable, un éxito monumental, ganaron el campeonato mundial, lo que debería haber sido motivo de alegría, celebración y reconocimiento hacia ellas por semejante logro deportivo, sin precedentes para España y que coloca a nuestro país entre los únicos cinco que lo han logrado y como uno de los dos, con Alemania, que lo han conseguido en categoría masculina y femenina. Pero los actos deplorables, troglodíticos, del presidente de la federación, el Sr. Rubiales, han empañado la proeza deportiva y han privado a las deportistas de su justo disfrute y las ha involucrado en una vorágine de declaraciones e intentos de justificación por parte del cavernícola y sus palmeros, que no se merecían y que son motivo de vergüenza y bochorno nacional e internacional.
Al inefable Rubiales no se le acudieron mejores ocurrencias que celebrar el final del partido agarrándose los genitales en el palco, delante de la reina y la infanta y del resto de autoridades presentes, para después izar sobre su hombro a una de las jugadoras, Athenea del Castillo, como si fuera un saco de patatas y pasearla por el césped asiéndola por uno de sus muslos, como hacían los piratas berberiscos o los vikingos después de sus razias con las mujeres que se llevaban y que acababan violadas y convertidas en esclavas. Pero aun no había acabado. Durante el desfile de las jugadoras para recoger sus medallas de campeonas, sujetó con ambas manos la cara de Jenny Hermoso y le propinó un beso en los labios, sin mediar consentimiento, como ha manifestado la propia jugadora.
A partir de estos hechos se ha generado una oleada de críticas hacia el personaje, que no han hecho sino aumentar en virtud de su actitud y decisiones. Primero restó importancia al hecho y calificó de “tontos del culo” a los que lo criticaban. Después hizo un vídeo en que decía que parecía que debía pedir disculpas, lo que implicaba que lo hacía de mala gana y sin ningún convencimiento; vídeo al que intentó que se añadiera la propia jugadora, a la que presionó, así como a su familia, tanto él como uno de sus principales cómplices paniaguados, el tristemente célebre seleccionador femenino Jorge Vilda.
Y el esperpento llegó al clímax con la convocatoria de una asamblea ordinaria de la federación, en la que realizó un discurso en el que se negó a dimitir, lleno de vanidad, narcisismo, autocomplacencia, machismo y victimismo, en el que no faltó la culpabilización de la jugadora, haciéndola responsable a ella e intercambiándose el papel de víctima y actuando como un señor feudal, con derecho de pernada sobre sus súbditas y repartiendo prebendas, favores y regalías entre sus adláteres lameculos, que le reían las gracias y le aplaudían con un fervor digno de mejores entusiasmos.
Los acontecimientos se han precipitado desde entonces, con la renuncia de la práctica totalidad de jugadoras a acudir a la selección mientras permanezcan estos individuos, la denuncia del Consejo Superior de Deportes al Tribunal Administrativo del Deporte, que puede llevar a su inhabilitación preventiva inmediata, la denuncia de la fiscalía a la Audiencia Nacional por una posible delito de agresión sexual y la apertura de un expediente por parte de la FIFA que le ha inhabilitado temporalmente mientras se tramita, con todo lo cual parece que el futuro de Rubiales no es nada halagüeño. Y como último detalle grotesco, su madre se ha puesto en huelga de hambre encerrada en una iglesia por la, según ella, cacería inhumana y sangrienta a que se ve sometido su hijo. Madre no hay más que una y quizás en breve será el único, o uno de los muy escasos apoyos que le queden, ya que muchos de los impresentables que en la asamblea le ovacionaban extasiados, ante el curso que está tomando el asunto han empezado a abandonarlo emitiendo comunicados críticos hacia él, entre los que hay que destacar al seleccionador masculino, que en poco más de 24 horas ha pasado de aplaudir en primera fila puesto en pie, a desmarcarse con una crítica rotunda. Parece que la red clientelar ya no confía en él y cada cual intenta salvarse como pueda y mantener el momio como sea.
Todo este esperpento no es fruto de un individuo aislado, una reliquia del pasado, al contrario, es un paradigma de la situación actual de la sociedad española y las estructuras burocráticas y administrativas del estado. Después de 45 años de democracia se han producido muchos avances legislativos y sociales, pero persisten aun atavismos en grandes bolsas de población. El machismo, el patriarcado, la violencia de género, el franquismo sociológico, la xenofobia, el despotismo, el nepotismo y el sucursalismo siguen siendo moneda corriente en el país. La resistencia al cambio por parte de amplios sectores del funcionariado, sobre todo el alto funcionariado de estado, continua impidiendo una auténtica reforma de la administración pública que mejore su eficiencia y, en consecuencia, el servicio a los ciudadanos, que debería ser su único objetivo, pero que en la realidad es sustituido, al menos en parte, por la defensa numantina de privilegios y prebendas.
Hacer limpieza generalizada en la Federación Española de Fútbol es imprescindible, pero no fácil, puesto que es una entidad privada en la que está muy aposentado todo un conjunto de vividores, que defenderán con uñas y dientes su sinecura.