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A.E.I.O.U.

Por Jaume Santacana
miércoles 02 de agosto de 2023, 04:00h

Sinceramente, creo que ya va siendo hora de rendir culto, de homenajear como corresponde a las vocales, o sea a los monoptongos, esos desconocidos sonidos de una lengua natural que se pronuncia con el tracto vocal abierto, no habiendo un aumento de la presión del aire en ningún punto más arriba de la glotis, es decir, ni en la boca ni en la faringe. Sin ellas, sin las vocales, nos ahogaríamos sin remedio al pronunciar cualquier palabra; total: que nos dan un respiro al hablar, cosa que debemos agradecer sin tapujos ni reservas.

Un servidor, siempre de los siempres ha sentido un enorme respeto por la simple existencia de las vocales. En el mundo del alfabeto, las consonantes no son más que lacayos al servicio de las cinco letras abiertas que vienen a ser la salsa del lenguaje, ya sea hablado o escrito.

La vocal “A”, en su versión mayúscula, tiene el privilegio de ser la primera letra de algunos alfabetos y eso la convierte en campeona; de ahí que la palbra “as” signifique la medalla de oro, la primera en llegar a la meta. Es una letra señorial, dibujada como el tejado de una casa suiza asegurada mediante un travesaño que la hace más segura. También representa una pirámide con la base a medio camino de una imaginaria chimenea. Es una letra que me cae bien, la verdad. Hay quien dice que las mejores palabras son aquellas que contienen varias “A” en su composición. La palabra “cantamañanas” (una persona informal que no merece crédito —hoy se la llamaría “fantasma”, que también tiene tres “A”) suena como los ángeles. No se puede pedir más.

Respecto a la vocal “E” —llamada “el peine” en los crucigramas— hay que comentar que, por su estructura gráfica es de una seriedad impecable; del palo de la izquierda nacen otros tres palos que mueren en el aire con una cierta diligencia. Reconozco que no es una de las vocales que me caigan más simpáticas. Por de pronto, uno abre menos la boca que la “A” cuando la pronuncia, lo cual permite respirar menos cuando aparece; es una vocal segundona, de segunda fila. Cuando a la “E” le antecede la consonante “J” o “H” (en español o en catalán) produce una risa más bien discreta y menos efectiva que con los vocablos resumidos de “JA”, más de risotada, “JI”, de tono altamente cínico, o bien “JO”, tirando a grosera. Una buena palabra que contiene cuatro “E” es, sin ir más lejos, “Mequetrefe” (persona entrometida, tarambana, zascandil, chiquilicuatro o botarate).

La “I” es una vocal curiosa, primeramente, por su sencillez de forma, su esbeltez y su fineza femenina. Su dibujo no puede ser más simple: una puta raya vertical; es evidente que con eso no se llega a ninguna parte, la cual cosa le reduce ostensiblemente su importancia. Los crucigrameros —entre los cuales me cuento con fervor— la llamamos “la fina”; ya está todo dicho. Es la vocal que nos hace abrir menos la boca y nos ensancha las mejillas, todo un ejercicio de gimnasia facial que ayuda a forzar los músculos de la cara y nos hace aparecer una falsa sonrisa al pronunciarla. El vocablo que nos ayuda más a comprender el carácterde la “I” (debido a su correspondencia entre dibujo y semántica) es, sin lugar a dudas, “Tiquismiquis” (ñoño, pejiguero, melindroso; que se la aguanta co papel de fumar, vamos).

La letra “O” suena basta, chabacana y grosera. Es una vocal básicamente fea. Es la letra que produce asombro a la gente con el coeficiente intelectual más débil. Masivamente, se puede escuchar delante de la Sagrada Familia de Barcelona cuando se juntan miles de guiris. Para verla escrita es necesario posponerle la “H”. En la vida real, cuando uno de los dos miembros de una pareja afectiva pone boquita de “O”, el otro, inmediatamente, se lanza a sus morros sin compasión ni pausa alguna; es como un gancho provocativo. Un “palabro” (como se decía otrora) definitivo con esta vocal es “Tocomocho”, la famosa estafa que consiste en que la víctima es abordada por la calle con la falsa excusa de tener un décimo de lotería premiado y no poder cobrarlo por algún también falso motivo. Por último, el dibujo de la “O” nopuede ser más borde: una circunferencia. De ahí la famosa frase que define a un analfabeto de manual: “éste no sabe hacer la “O” con un canuto.

Finalmente, la vocal “U” es, indudablemente, la letra del susto. La suelen utilizar los fantasmas como su léxico más habitual, alargándo su sonido para producir más relevancia y acojonar más al personal. Su apertura superior no indica nada especial, salvo que le falta algo para terminarla; es una vocal inacabada, como el Réquiem de Mozart o “La inacabada” de Schubert. Su palabra más representativa nace de una patética y melodramática canción de Pedro Infante que, al no encontrar ninguna palabra con tanta “U” se sacó de la manga este inexpresivo vocablo tan famoso y tan desagradable al oído: “Cucurrucucú” (Paloma).

Respecto al orden de las vocales, les voy a dar una simple explicación que casi nadie conoce. La cosa viene de Peret, el cantante rumbero. Al escribir su célebre canción “El borriquito”, que reza “borriquito como tu” observó que nada, en esta vida, rimaba con la letra “U”, de “TU”, con lo cual se vio obligado a cambiar el orden antiguo de las vocales (IUEAO) para hacer coincidir la “U” al final de la estrofa. Así, pudo escribir tranquilamente: “Borriquito como tú, que no sabes ni la “U”. Y se quedó tan pimpante.

Al principio, cuando la vocal “A” se habrán fijado que es la letra mejor considerada, la letra de la elegancia, el saber y el buen hacer. Dicen que como más “A”, mejor es el contenido de la palabra. Así pues, les quiero recordar, simplemente, mi apellido: Santacana.

Para que se hagan una idea...

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