La vida ha cambiado mucho desde la pandemia y lo que para nosotros era algo normal, se ha convertido en ficción, sobre todo cuando se trata de costumbres, valores y educación.
Ahora los jóvenes parece que pueden insultar y hablar mal a sus padres, los trabajadores se permiten decir lo que piensan y todo el mundo parece tener los derechos suficientes, para expresar con cero empatía lo que sienten.
Es muy común escuchar en las empresas “este trabajo no me hace feliz” cuando antaño ni tan siquiera nos lo planteábamos.
No contestar un mensaje, no acudir a una cita pactada o insultar, se ha vuelto algo muy común.
Y sinceramente pienso que hemos mejorado en muchas cosas, pero en otras, tal vez debido a mi edad y mi educación, no me parecen correctos.
Expresiones como “no me siento querido” en un grupo de trabajo, se han visto normalizadas, cuando en el pasado, nadie hablaba de amor en ese entorno.
¿Qué opinas querido lector?, ¿nos hemos pasado de un polo a otro?, ¿estamos viviendo una época de excesiva sensiblería, o tal vez éramos antes muy duros?
La verdad es que, desde mi punto de vista, son ambas cosas.
Vivimos tiempos en los que mucha gente tiene la piel muy fina y donde hay que medir cada palabra para no ofender a nadie y eso me parece correcto, no obstante llegar al extremo de ofenderse por cualquier cosa, no me parece lo suyo.
Es importante medir lo que decimos y como lo expresamos, pero las personas que se ofenden por cualquier cosa, ¿se han parado a pensar que tal vez no sea el camino adecuado y que muchas veces nuestro interlocutor, no quiere ofendernos?
Hemos pasado del “tráteme de Ud.” a tratar de tú a un anciano de 90 años, como si le conociéramos de toda la vida y a no respetar a nuestros mayores.
Tal vez sea más fácil comenzar a medir cada palabra antes de hablar, pero ¿no piensan que esto nos quita mucha naturalidad a los que estamos al otro lado?
Sería conveniente hacer una balanza a ambos lados e intentar llegar a un equilibrio en el que, sin ofender a nadie, podamos expresar lo que sentimos sin que nadie se sienta herido, porque en término general, el que se siente herido es porque hemos tocado su talón de Aquiles y ese es un trabajo de crecimiento personal, que deberá realizar esa persona.
Saber que eres una persona “altamente sensible”, te puede ayudar para cambiarlo y aprender a verte con otros ojos, pero no debe servirnos para coartar la libertad del otro, para que yo me quede tranquilo.
Podríamos debatir horas y horas sobre este tema y como saben aquellos que me leen desde hace casi 10 años, no es mi intención, pero si es la de llevar a mis lectores a la autoreflexión y la autoobservación y así aprender a conocernos mucho más en profundidad.
¿Eres de mecha corta y saltas a la primera?, ¿tienes la piel muy fina y todo te es complicado?
Si ese es tu caso, comienza a observarte y aprende a no ofender, ni a ofenderte en los primeros segundos, porque detrás de esas reacciones infantiles, siempre hay una segunda razón oculta.
En el autoconocimiento está la felicidad, te invito a que puedas conocerte cada día un poquito más para seguir creciendo.