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Líderes en consumo de medicamentos

Por José A. García Bustos
sábado 17 de junio de 2023, 09:22h

España es uno de los países con mayor consumo de medicamentos. Somos líderes en consumo de ansiolíticos para combatir la ansiedad, el estrés y el insomnio. Pero estos no son los medicamentos que más consumimos. Son los analgésicos (con el paracetamol como producto estrella). Como consecuencia de su abuso, le siguen en el ranking los protectores de estómago (omeprazol). En tercer lugar sí, se encuentran los ansiolíticos. Un 23,5% de la población los toma. Aunque los expertos culpan de exceso de recetas de ansiolíticos a la falta de psicólogos, existe un móvil económico en el consumo de cualquier medicamento que merece ser desvelado.

Tras esta excesiva medicación se esconden intereses espurios y económicos. Veamos cómo empezó todo.

En 1907 se dio una revolución en los productos sanitarios basados en el benceno, sustancia derivada del petróleo a la que se le dieron múltiples aplicaciones sanitarias. Sí, el petróleo está presente en gran parte de los fármacos que consumimos hoy en día. John Davidson Rockefeller era quien dominaba el sector del oro negro y vio en la Medicina una buena opción para la diversificación.

A través de la molécula de benceno, descubierta y aislada por Michael Faraday en 1825, se pueden sintetizar productos como la aspirina, diclofenac y el ibuprofeno.

Rockefeller era muy astuto. Por un lado, su excesiva concentración en el negocio del petróleo empezaba a ser cuestionado por las leyes monopolistas y, por otro lado, era consciente de que su imperio estaba basado en un recurso natural escaso no renovable que algún día encontraría techo y, con él, sus ingresos. Había que diversificar y encontró en la Sanidad un filón que, por el contrario, era un sector que podía ir en aumento y tender al infinito.

Pero tenía que poner en marcha la ingeniería social para cambiar las reglas del juego. Había que abonar el terreno para que la diversificación que había ideado floreciera.

Creó a principios del siglo XX un lobby para controlar la medicina. Junto al magnate del acero Dale Carnegie financió un estudio que cambió la Medicina del momento y la convirtió en lo que conocemos hoy: El informe Flexner. Corría el año 1910.

Rockefeller consiguió con ese informe reducir el número de facultades de medicina (de 650 a 50) facilitándose el control de lo que en ellas se impartía y financiando estudios que avalaban el uso de sus productos.

También se redujo la amplitud de las Ciencias de la Salud que existían en ese momento para limitarlo a la Farmacología que defendía que los síntomas de cualquier enfermedad se debían tratar con fármacos.

Previamente, los habían patentado, inspirados en los recursos naturales en los que basan sus principios activos para excluir a éstos más tarde del terreno de juego, tras haber sintentizado sus principios activos en el laboratorio.

El origen de la medicina no partió de la demanda. Partió de la oferta. Rockefeller creó una nueva oferta y “obligó” al mercado a consumirla. Inventó con artimañas un océano azul, es decir, un nuevo mercado con un producto nuevo.

La introducción del miedo haría el resto. Había que combatir el patógeno que causaba tu enfermedad porque, si no, podías enfermar gravemente. Y, si no estabas enfermo, había que prevenir la enfermedad porque estaba en todos lados.

Problema – reacción – solución.

¿Les suena?

Tras el informe Flexner se creó la OMS (Organización Mundial de la Salud) que va adquirir, si los países africanos no lo remedian, mayores competencias en materia sanitaria y en el decreto de pandemias. Eso merece un artículo aparte.

Tras las recomendaciones de dicho informe la enfermedad pasó a curarse solo con pastillas, dando de lado otras terapias o los remedios naturales de la abuela. Supercherías llaman a todo lo que sale de la medicina oficial y, como tal, sus defensores son perseguidos. Como a los conspiranoicos que discutieron la versión oficial de la pandemia.

Un cliente bueno es aquél que se medica siempre. A veces, como indicó el profesor Joan-Ramón Laporte (el negacionista que fue al Congreso de los Diputados en febrero de 2022) en una famosa entrevista con Jordi Évole, las farmacéuticas se inventan las enfermedades o simplemente las exageran. La técnica que emplean es bajando los umbrales a partir de los cuales se tiene, por ejemplo, colesterol o azúcar en sangre.

Lo anterior no quiere decir que no haya personal sanitario con una fuerte vocación de servicio y grandes profesionales que se desviven por la salud de sus pacientes. Sería ideal que también bebieran de otras fuentes para complementar la que defiende el uso masivo de medicamentos. La medicina milenaria de China o India, el uso de plantas medicinales, las técnicas para restablecer el equilibrio energético o emocional de la persona, tomar el sol, caminar por la playa o un psicólogo le ayudarán a disminuir el consumo de Nolotil, Enantyum, Paracetamol, Orfidal o Lexatin.

Y no les fastidiarán el estómago ni la flora intestinal.

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