Estoy realizando un curso de cambio de hábitos alimentarios con mi amiga y compañera de trabajo Nicole Rademacher, coach nutricionista y consultora de belleza, con el método Wildfit.
Ella nos enseña a tener un nivel de conciencia diferente en relación a la comida y a saber para qué comemos. Y esto fue un primer problema para mí, ya que procedo de una cultura en la que todo lo hacemos alrededor de una mesa.
Hace años que sé que nos comemos las emociones, pero una cosa es saberlo y otra muy distinta comenzar a ser consciente y trabajarlo. Muchas personas piensan que por estar en el mundo del desarrollo personal no vamos a sufrir esta serie de problemas, pero yo siempre digo que, para nosotros, a veces, el saberlo es más frustrante que si no fuera así.
¡No hay mayor felicidad que la que produce el desconocimiento, ya que no sabes que no sabes!. Si no se es consciente, las cosas duelen menos. Pero cuando se es consciente y no se cambia es cuando llegan los problemas.
Con este curso estamos aprendiendo la importancia de escuchar a nuestro cuerpo; saber que cuando nos duele la tripa o el estómago al comer, es porque el cuerpo nos grita que algo no está bien; o que después de un atracón, nos quedamos dormidos y muertos de cansancio, acabando con toda nuestra energía.
Es curioso cómo podemos engañarnos a nosotros mismos, engullendo alimentos que solo nos hacen mal y no nos ayudan a sentirnos mejor. Pensamos que solo será hoy y que mañana comenzaremos el régimen. De hecho, conozco personas que se han pasado toda la vida a régimen, engañándose a ellas mismas, pensando que mañana comenzarán y ese día no llega nunca.
Al igual que ocurre con todas las personas que comienzan una dieta tras otra, intentando rehacer lo que no han podido hacer antes y entrando en círculos viciosos.
¡Resulta tan sencillo engañarnos a nosotros mismos!
Yo siempre digo a mis clientes, en mi despacho de coaching, que pueden engañar a otros, pero resulta muy frustrante hacerte trampas a ti mismo jugando a las cartas.
Pues lo mismo ocurre con la alimentación; puedes engañar al resto, pero no debes engañarte a ti, pensando que mañana será otro día o que acabarás con ese mal hábito que solo hace que cada día te sientas peor.
¿De qué te sirve mentirte para luego volver a caer? Igual que otro sinfín de adicciones, la comida puede llegar a ser muy peligrosa si no eres consciente de que te está generando un problema. Y no hablo solo de un tema físico, de verse más o menos atractivo. Voy más allá. Hablo de salud emocional, de ansiedad y de problemas físicos y de salud que a largo plazo te pasarán factura.
Está en tus manos aprender técnicas para tener una mejor calidad de vida, y solo depende de ti poder conseguirlo.
Tú eres el responsable de tu salud mental y física y puedes cambiar tu vida gestionando lo que comes, piensas y sientes.
Eso es lo que hacemos en los procesos de coaching, entre otras cosas: hacer conscientes a las personas del mal que se hacen en el día a día y ayudarles a cambiar los hábitos dañinos para su vida.