Con una semana de diferencia se han celebrado las dos Supercopas del fútbol español, la masculina primero, en Arabia Saudí, y la femenina, esta última semana, en Mérida, en ambos casos con victoria del F.C. Barcelona.
La diferencia de trato a unos y otras ha resultado evidente y excesiva e incide en la flagrante discriminación que el deporte practicado por mujeres padece por parte de las instituciones oficiales, empezando en muchas ocasiones por sus propios clubes.
No se trata solo del distinto baremo económico, abismal si comparamos los premios a los clubes por la Supercopa masculina y la femenina, sino de cómo se ha tratado a las jugadoras y a la propia competición, como la retransmisión en Teledeporte en lugar en la 1 y, sobre todo, la vergüenza de la entrega de trofeos y medallas.
A diferencia de la competición masculina, en la que todas las autoridades de la federación, y alguna saudíes, bajaron al campo y entregaron en persona las medallas, los premios individuales y el trofeo al capitán del equipo vencedor, en la femenina colocaron las medallas en una mesa a pie de césped para que las jugadoras las cogieran y se las colocaran ellas mismas, autoservicio, y la capitana del Barça tuvo que subir hasta el palco para recibir la Copa de manos del presidente de la federación, el desasosegante Luis Rubiales.
Se trata, se mire como se mire, de un desprecio hacia las jugadoras, el fútbol femenino, el deporte femenino, y, en general, de una demostración del machismo que está enraizado en todas las estructuras de la sociedad. Ante el aluvión de crítica recibidas, la federación ha emitido un comunicado aduciendo que se siguió el protocolo (!!!) y que se había establecido así porque el acceso del campo al palco no era sencillo para que todas las jugadoras subieran una por una a recoger sus medallas, excusa que aun hace más evidente el desprecio hacia las jugadoras, ya que, de ser cierta, razón de más para que los directivos hubieran bajado al campo a entregar los premios sobre el césped, como sí hicieron con los hombres en Arabia.
Este episodio, según informaciones de periodistas deportivos conocedores del tema, estaría en realidad en relación con el enfrentamiento que existe entre una quincena de las mejores jugadoras internacionales, muchas del Barça y alguna de la Real Sociedad, y la federación. Estas futbolistas han solicitado no ser convocadas mientras Jorge Vilda sea el responsable de la selección femenina absoluta. De este modo, se evitaba que hubiera fotos del jerifalte Luis Rubiales y sus acólitos, entre ellos la directora de fútbol femenino, Ana Álvarez, que permanece muda y desaparecida ante este despropósito, con las 'rebeldes'.
En realidad, este no es sino un episodio más del cúmulo de desatinos que se vienen produciendo con el fútbol femenino en los últimos años, con un muy triste protagonismo por parte de la federación y su presidente. Cabe recordar las trabas que hubo para la constitución de la Liga profesional femenina, que tardó casi una temporada en conseguirse, y la dilación, que dura ya más de un año, en la firma de un convenio colectivo, así como la lentitud en la profesionalización del arbitraje, o el retraso en la implantación del VAR.
Tal parece que desde la federación se sigue considerando a la competición femenina como un divertimento para que unas cuantas jóvenes que se empecinan en jugar a un deporte 'de hombres' puedan satisfacer su capricho, pero que no merece demasiada atención, ni dedicar excesivos recursos.
Eso sí, cuando las 'chicas', como con condescendencia las denominan, ganan campeonatos de Europa y del mundo de categorías sub-17, sub-19 y sub-20, entonces sacan pecho y sí que quieren salir en las fotos en primer plano. No lo pueden hacer, sin embargo, con la selección absoluta, que nunca consigue llegar muy lejos en ninguna competición, a pesar de que dispone de una generación de gran talento, con algunas de las consideradas mejores jugadoras del mundo. Y ahí está la razón del enfrentamiento de las jugadoras con Vilda, un entrenador que nunca ha trabajado con ningún equipo, sino que empezó directamente en categorías inferiores de la selección enchufado por su padre, y cuyos métodos, filias y fobias consideran que son la causa de la carencia de éxitos de la selección.