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Los cuernos son como los dientes

Por José Manuel Barquero
domingo 08 de enero de 2023, 07:00h

Desconfío de la gente que parece muy idiota. Soy consciente que existen cretinos perfectos, pero no son tantos como cabría pensar. Es cierto que a vista de pájaro aparecen más tontos que botellines, pero al ajustar el zoom se aprecia que la mayoría son majaderos sin elaborar, bobos sin maldad, personas simples incapaces de albergar intenciones retorcidas o elaborar estrategias complicadas. Por este motivo siempre he defendido la existencia de una inteligencia oculta en Tamara Falcó.

Encontrar un súper idiota es como cruzarse un unicornio. Debemos recelar de nuestra primera impresión porque son ejemplares muy escasos. No diré en vías de extinción, porque la naturaleza es generosa y de tanto en tanto nos provee de algún lelo insuperable al que admirar en toda su rareza. Pero no es algo que suceda con frecuencia. Quien aparenta ser un estúpido a tiempo completo merece un análisis pausado para detectar un posible fraude. A la hija de Isabel Preysler y el difunto marqués de Griñón hace tiempo que le descubrí su tontuna impostada.

Hace unas semanas elogiaba en esta misma página el valor del perdón. Me refería a las personas que son capaces de pedirlo. Por eso mismo no tendría sentido criticar a las que son capaces de concederlo. Tamara ha perdonado una infidelidad a su ex-novio, que según parece estas fiestas ha recuperado su condición de prometido. La aristócrata ya venía dando muestras de ser mucho menos necia de lo que aparenta cuando se expresa en público y nos ilustra, por ejemplo, sobre la trascendencia de un error que dura un “nanosegundo en el mitaverso” (sic).

Me ocurre lo mismo con Yolanda Díaz. Como los afortunados ayer con la lotería del Niño, que repasan una y otra vez su número premiado para comprobar que no se equivocan, a veces tengo que escuchar varias veces las declaraciones de la vicepresidenta segunda del Gobierno para asegurarme que no es una parodia de José Mota. Como aquella vez al inicio de la pandemia, cuando compareció en la sala de prensa de Moncloa explicando qué es un ERTE y pensó que estaba impartiendo clase en un parvulario. El nivel intelectual del periodismo en España no se encuentra en sus máximos históricos, pero de ahí a dirigirte a los plumillas como si fueran niños de teta media un trecho.

Ya digo que hay que desconfiar, y que alguien que parece estúpido perdido no suele serlo tanto. Solo hay que permanecer atentos y termina enseñando la patita. El mentecato completo demuestra que no lo es cuando considera a su audiencia un colectivo de cretinos. Esta semana la ministra de Trabajo presentó triunfal los datos de paro del país con la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea. Y eso que la estadística ha mejorado porque ahora todos los fijos discontinuos se computan como trabajadores en activo aunque estén en su casa cobrando una prestación pública. Cuando se le preguntó por ese detalle insignificante Yolanda se molestó, como Tamara al ver el video de los cuernos, y contestó que no tenía ese dato. Es más, afirmó que se trataba de una “polémica estéril”.

A veces el memo redondo completa el giro demasiado rápido, se desorienta y termina por creerse más listo que nadie. Es lo que parece haberle sucedido a Yolanda en esta ocasión con su reacción a una pregunta cuya respuesta compromete centenares de millones de euros que pagamos todos los contribuyentes.

Menos mal que una mujer tan empática ha sido capaz de revertir la situación en su último viaje oficial, acompañando al Rey Felipe VI a la toma de posesión como presidente de Lula da Silva. Brasil es el país de la piel y la sensualidad, pero el manoseo desmesurado al que nuestra vicepresidenta sometió al político de 78 años dejó a éste estupefacto. Al menos las imágenes del magreo han demostrado lo que algunos venimos sospechando hace tiempo, que la igualdad de género trabaja como fija discontinua. Imagino a Rajoy metiéndole semejante meneo físico a Dilma Rousseff -lo cual es mucho imaginar- y las trompetas feministas del Apocalipsis hubieran sonado hasta el día del Juicio Final, o de la moción de censura.

Ahora Yolanda, como ha hecho Tamara, deberá demostrar que es capaz de perdonar las ofensas públicas de Pablo Iglesias, su ex-pareja política, y volver a prometerse para concurrir juntos a las próximas elecciones generales. Estoy convencido que así será porque Yolanda, como Tamara, es una mujer lista y menos estúpida y cursi de lo que se esfuerza en aparentar. A fin de cuentas, el ejemplo de Tamara le enseña que los cuernos son como los dientes: duelen al salir, pero luego sirven para comer.

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