Una vez más, y debido a la inacción de las televisiones, me toca en este rincón minoritario, contarles lo que los profesionales de la comunicación se han negado a contar.
Desde que ha tomado Twitter, Elon Musk ha empezado a levantar las alfombras y a sacar la porquería que el equipo anterior ocultaba. Tras haber despedido a la mitad de la plantilla, parece que Twitter no solo no se ha resentido sino que ha mejorado.
En el primer levantamiento del velo, el equipo de Musk ha informado de la censura que el partido demócrata estadounidense tenía sometido a Twitter. El republicano también lo intentaba pero como la plantilla era más proclive al primero, se conchabó con ellos para ir recibiendo y acatando órdenes de eliminación de tuits que no les eran favorables. Sobre todo lo que se refería al escándalo del hijo de Joe Biden, Hunter. La consigna era eliminar cualquier mensaje en ese sentido y que nunca saliera a la luz.
Como les he contado alguna vez por aquí, alguien llevó en abril de 2019 un ordenador portátil dañado por el agua a una tienda de reparaciones de Delaware y nunca fue a recogerlo. El propietario de la tienda decidió echar un vistazo al disco duro, después de varios meses sin que nadie lo reclamara.
Amé de fotos personales en compañía de jóvenes de dudosa mayoría de edad, aparecieron fotografías e información comprometedoras que, de haberse conocido, hubieran podido tener efecto en las elecciones que ganó su padre. Tras detectar lo sensible de la información, el dependiente entregó el portátil al FBI, no sin antes guardarse una copia que más tarde envió a Rudy Giuliani, abogado de Trump.
El diario New York Post lo reveló todo en su día pero pocos le hicieron caso. Decían que era un montaje creado por espías rusos para debilitar a papá Biden.
Meses después, tras haber ganado las elecciones, el gigante New York Times lo admitió: la información del portátil era veraz.
La censura que ha practicado Twitter es reprochable en tanto en cuanto debería ser un lugar neutral donde poder exponer opiniones libremente. Pero más reprochable aún es que los medios de comunicación no comuniquen lo que va en contra de su línea editorial, aunque sea verdad y tenga amplia trascendencia en contra del partido político gobernante.
Si un medio de comunicación informa de lo que le da la gana y veta una parte de la verdad, deja de cumplir su finalidad informativa. Si es un medio público, transgrede el fin que le obliga a velar por el interés público.
La propuesta de Elon Musk de liberar toda la información de su nueva adquisición está haciéndole ganar muchos adeptos que ya le ven como el abanderado de la libertad de expresión.
Ha reactivado algunas cuentas históricas deshabilitadas como la de Donald Trump quien, por cierto, al ser preguntado por el tema del portátil, llamó criminal a Biden pero también a la prensa por no desvelar la verdad y encubrirla.
Twitter aún no ha activado la cuenta de algunos científicos y algún cardiólogo reputados que criticaron las vacuna. Tampoco la de David Icke, investigador que lleva más de 30 años sacando a la luz las intenciones de las élites y el control que ejercen sobre la población para tenerla controlada, tiene su cuenta bloqueada. Aún queda camino por hacer en pro de la libertad de expresión.
Les resumo lo que contiene el portátil de Hunter Biden para que juzguen si creen que hubiera podido influir en las elecciones que ganó su padre. Para mí no hay duda.
El portátil, que está en posesión del FBI desde diciembre de 2019, contiene información sobre una red de corrupción y lavado de dinero para empresas europeas, rusas y chinas. Así lo recogió el New York Post en su día. Solo esa información hubiera hecho cambiar el sentido del voto de mucha gente. Según esa información, la familia Biden habrían recibido cientos de millones de dólares de empresas extranjeras a cambio de que el entonces vicepresidente usara su influencia para beneficiarlas.
Algunos correos inculpan a Joe Biden por lo que podría ser tráfico de influencias y corrupción por beneficiar a la empresa de gas ucraniana “Burisma Holdings” a cambio de millones de dólares transferidos a su hijo en concepto de asesorías.
En este contexto se entiende mejor que el fundador del quebrado FTX fuera el segundo mayor donante al partido demócrata y FTX fuera el Exchange que se encargaba de comercializar con criptomonedas en Ucrania. Criptomonedas que pidió el ejército ucraniano a la población para poder armar su ejército.
Además del anterior, hay más correos con numerosos tratos de favor que implican a empresas rusas y chinas pero todos tienen el mismo denominador de tráfico de influencias por parte del padre a cambio de dinero para la familia Biden, por vía de su hijo.
Incluso cuando el New York Post anunció en Twitter la noticia, su cuenta oficial fue bloqueada. Facebook también lo hizo. Las televisiones norteamericanas, excepto la Fox, no dieron cobertura a la noticia. Esta noticia, en España, ni está ni se le espera. Ni aún hoy en día.
La paradoja es que las redes sociales deciden sobre qué es verdad y qué es mentira y censuran a los medios de comunicación, en teoría, canales informativos objetivos y veraces. En este caso, apagan la voz al único medio que se atreve a publicar la verdad, como más tarde reconoció el todopoderoso New York Times y ahora desvela el equipo de Elon Musk.
La verdad está en horas bajas. Si esto lo hacen con el hijo de Biden porque la verdad pueda erosionar sus intereses, que no harán con noticias de mayor calado que perjudiquen a los dueños de los medios de comunicación. Ya sabrán que son los mismos que los fabricantes de medicamentos, alimentos o los dueños de la banca. Los informativos les contarán lo que interese a estos poderosos. Sea verdad o no; le perjudique o no.
Pero si Twitter nos ha enseñado algo es que, aunque tarde, la verdad acaba saliendo a la luz. Aunque sea de la mano de un verso libre como es Elon Musk.